Págs. 131 - 147.“Mitos nacionales y transformaciones clásicas” .
Un arquitecto que comprendió las posibilidades expresivas de las superficies y estructuras complejas fue Josep María Jujol, que claramente aprendió mucho de Gaudí (con quien trabajó), pero estableció un ecléctico y emotivo estilo propio. Jujol se regocijaba en la caligrafía de los herrajes, en las capas de revoco, ladrillo y mampostería y en la interpretación de distintas geometrías curvas en sección y planta. Se sentía atraido por los ejemplos medievales catalanes – que él entendía a su manera-, pero en realidad se inspiraba en una tradición mucho más amplia, y era capaz de aunar varias ideas espaciales en un único proyecto. Jujol amplió los descubrimientos de sus antecesores catalanes, evocó los aspectos surrealistas del folclore campesino catalán e incluso despertó la memoria subterránea del espacio árabe con un lenguaje que también estaba algo en deuda con la corriente internacional del Art Nouveau.
La Iglesia de Vistabella cerca de Tarragona usaba una dislocada geometría diagonal, bóvedas nervadas entrecruzadas y efectos de dispersión de la luz, y transformaba precedentes góticos y mudéjares. Los edificios de Jujol combinaban el industrialismo y la artesanía, materiales como el hormigón y el hierro con la cerámica y el ladrillo de costumbre, sus elaborados jeroglíficos y sus figuras "orgánicas" estaban impregnadas de una sensibilidad personal para las plantas y los organismos y casi equivalen a una escritura mística; pero también registraban una reacción poética y sensual al genius loci, al espíritu del lugar, y al paisaje de esta región marítima y mediterránea.
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págs. 64-89.“Sistemas orgánicos” .
En arquitectura se consideran orgánicas las obras realizadas por autores como Antoni Gaudí, Josep María Jujol o Frank Lloyd Wright, que se inspiraron metafóricamente en las formas de la naturaleza.
Pags. 132-147. “La critica radical y utópica”
En una segunda etapa, los objetivos de la Comunidad Tierra llevó a este grupo a crear, en 1974, la Escuela Técnica Integral de Trujui, configurada en torno a patios y cuyas formas gestuales y autoconstruidas rememoran la obra de Antonio Gaudí y Josep Maria Jujol.
Págs.172-189“Formas del caos: fractales, pliegues y rizomas”.
Las formas rizomáticas de Josep Maria Jujol
En un caso extremadamente singular, en un terreno común al organicismo, al surrealismo y a las formas del caos, tenemos las obras pioneras, rizomáticas y mutantes de Josep Maria Jujol (1879-1949). Intervenciones que son pieles y apliques sobre otros edificios ya existentes, creaciones corporales, hechas a mano, que en cada detalle surgen como obras autónomas, como hileras de hormigas o grupos de ratas que se independizan. Desde la arcaica y mutante tienda Pere Mañach, situada en la calle Ferran de Barcelona (1911), hasta la transformación magistral de Can Negre en Sant Just Desvern (1915), pasando por la iglesia de Vistabella (1918-1923), la obra de Jujol es un despliegue de materiales, formas, elementos, caligrafías y apliques que se superponen creando un nuevo universo en el que el barroco se reencarna en el surrealismo, paradójicamente en unos ambientes en los que la devoción religiosa llega al delirio.
En el interior de la tienda Mañach, muros expresionistas, techos fluctuantes y fluidos anunciaban las nuevas iconologías orgánicas del pintor Joan Miró y los espacios oníricos ensayados por Frederick Kiesler. En sus paredes informes se fusionaban caligrafías y yesos que representaban estilizaciones vegetales racimos en emparrados y aves fantásticas, con la intención de que parecieran diferentes salsas que se mezclaban y cohetes que estallaban.
En sus pequeños edificios como rizomas, como maleza, como hileras de gusanos, como grafittis, el mismo Jujol dibujaba las inscripciones, las orlas y las figuras con pinturas de colores a la cal, que se iban superponiendo a las pieles existentes y se iban extendiendo sin límites por las paredes.
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