Inprimatu

GRÉBER, Jacques

  • Arquitecto y urbanista
  •  
  • 1882 - París. Francia
  • 1962 - París. Francia

 


BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


págs.671-732. "El Movimiento Moderno en América"


Durante el período de prosperidad que va desde la primera guerra mundial a la crisis de 1929 la producción de edificios es muy intensa y las ciudades americanas cambian de aspecto; mientras tanto, la cultura arquitectónica se mantiene en el eclecticismo, y los arquitectos utilizan las normas de los estilos históricos, para dar un orden, por lo menos exterior, a esta febril actividad.


Las transformaciones principales son dos, contrarias en apariencia: la ulterior concentración de las actividades direccionales en el centro de la ciudad y el desplazamiento de los barrios residenciales hacia los alrededores, debido a la difusión del automóvil como medio individual de transporte.


En los centros direccionales se condensan los «rascacielos»; estos edificios derivan de los antiguos tipos de edificios comercial, cuya historia, en Chicago durante los últimos decenios del XIX, ya hemos narrado, aumentados en sus dimensiones y sometidos a un tratamiento estilístico más rígido.


Gréber, en 1920, ve el problema en estos términos:


“El concepto primitivo de la apariencia externa de un edificio comercial era de formar un simple bloque, ocupado por la células de oficinas (loft) y coronado por una cornisa muy elaborada; el aspecto externo era, para así decir, la caricatura de la utilización interna. El defecto de esta voluntaria falta de estudio arquitectónico se acusaba en la aparición de muchos volúmenes utilitarios sobre la terraza de la cubierta: depósitos, cabinas de los ascensores, tomas de aire, etc., que se suponían «no vistos», pero que nunca se podían disimular lo bastante; estas partes mecánicas contrastaban, a veces, ingenuamente, con las fachadas en estilo florentino.


El gran progreso realizado más tarde por la arquitectura comercial fue el de sacar partido arquitectónico del programa distributivo, tratando estos grandes edificios para el trabajo como torres, y utilizando la cúspide de la torre para proteger y esconder los volúmenes utilitarios, con gran beneficio para el aspecto del monumento.


La gran dificultad que deriva del número elevado de ventanas, que, desde lejos, dan a estos bloques el aspecto de inmensas colmenas, se resolvió, de manera bastante acertada, agrupando las ventanas en sentido vertical, por medio de potentes nervaduras que acentúan el verticalismo y, con ello, el carácter imponente de la torre.”

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