GIEDION S.,  Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.

Pág.706. EL PREDOMINIO DE LA CALLE: LA TRASFORMACIÓN DE PARIS, 1853-186.

Paris en la primera mitad del siglo XIX

Rambuteau, precursor de Haussmann. El lema del conde Rambuteau, prefecto en tiempos de Luis Felipe, fue dar a los parisienses agua, aire y sombra». No puede decirse que Rambuteau lograse un éxito rotundo con sus obras, pues al finalizar éstas todavía patrullaban las calles de Paris 20.000 aguadores; y seguían dependiendo del Sena para suministrar su mercancía. En general, los logros de este noble borgoñón no han tenido una buena valoración. Un historiador francés lo considera una figura medio ridícula que realizó su trabajo a la manera pequeño burguesa, sin acometer nada que amenazase con exceder la cantidad de dinero sobrante disponible. Por otro lado, un autor inglés lo considera el precursor de Haussmann, alguien que se anticipó a éste como creador del París moderno.

 Rambuteau (anteriormente prefecto con el primer Napoleón) era de hecho una persona de lo más afable; atento y con mucho tacto, Rambuteau tenía conciencia social, mostraba respeto por sus congéneres y amaba genuinamente la naturaleza. Como prefecto del departamento suizo de Valais con Napoleón I, Rambuteau importó las excelentes uvas de Borgoña a esos valles, tan favorables para su crecimiento. A cambio, llevó a Borgoña los pinos de la región de Valais. Durante los quince años de su prefectura en el departamento del Sena (que acabó con la caída de la Monarquía de Julio), niveló y pavimentó el Boulevard Saint-Denis y el Boulevard de Bonne Nouvelle, plantando árboles con cuidado y dándoles su aspecto actual.

 Rambuteau trabajó incansablemente para humanizar las instituciones ligadas a los desventurados: prisioneros, enfermos, dementes e indigentes. Su nombre permanece asociado con la cárcel modelo de Mazas, el hospital de Lariboisière y la Salpêtrière, cuyos brutales métodos y su equipamiento para tratar a los dementes cambiaron por iniciativa suya. Instaló campos de juego y colocó bancos públicos en las plazas y los parques públicos, donde antes de su mandato sólo había habido sillas de alquiler.

 En resumen, Rambuteau ni fue ridículo ni fue el creador del Paris moderno: fue un personaje tan típico de la Monarquía de Julio como Haussmann lo fue del Segundo Imperio. Las realizaciones a gran escala son posibles tan sólo bajo regímenes que las demandan y que buscan los instrumentos apropiados para llevarlas a cabo. Bajo el mandato de Luis Felipe, Haussmann habría seguido siendo toda su vida un prefecto provincial y nunca habría encontrado una vía de salida para su talento.