El capítulo reflexiona sobre la importancia de la arquitectura nazi, su enorme repercusión en el tiempo en que se construyó y la descalificación posterior a la que fue sometida por las connotaciones nogativas que representaba: "¿puede un ciminal de guerra ser un gran artista?". El binomio arquitectura y poder está presente en todo el escrito, ejerciendo la arquitectura como propaganda del régimen. Las distinas corrienes de la arquitectura de Hitler (funcionalismo, cradicionalismo folclórico moderno, clasicismo desnudo, arquitectura clasicista oficial...) se analizan en el texto, prestando especial atención a las obras y realizaciones de los arquitectos de régimen como Paul Ludwig Troost y Albert Speer. Comentando también el papel de otros arquitectos que realizaron significativas obras monumentales durante el régimen como: Wilhelm Kreis y Paul Bonatz. El grandioso proyecto de Germania, ocupa un destacado lugar dando fin al análisis realizado.