En el último cuarto del siglo XVIII se produjeron una serie de importantes acontecimientos que tuvieron una destacada repercusión arquitectónica. Las visitas a Roma y la importancia de la actividad académica junto a las ruinas clásicas, que derivó en un “clasicismo romántico”, llevó a un amplio debate arquitectónico en el que lo griego, lo romano y en ocasiones también lo egipcio, se convirtió en nuevo referente.
Franceses, ingleses, alemanes… acudían a la ciudad eterna, arrastando las condiciones culturales propias de su país, con un creciente predomino del clasicismo francés de Ledoux y Boullé, y una expansión creciente del régimen napoleónico.