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Estación de Metro San Lázaro

Estación de Metro San Lázaro

  • 1967 -
  •  
  • SINNER, Julio Michel
  • CANDELA, Felix
  •  
  • Mexico D.F.
  • México

En 1967 el gobierno de la Ciudad de México puso en servicio la lñinea 1 del Sistema de Transporte Colectivo (Metro) de la ciudad; pro primera vez se hacía una obra de comunicación masiva en el subsuelo lacustre de la Ciudad de México. La obra de ingeniería fue extraordinaria y se solicitó la intervención de Candela para la solución estructural de tres estaciones; la denominada San Lázaro fue visualmente la de mayor originalidad plástica, no solo de las calculadas por Candela, sino de toda la línea. 


San Lázaro es un viejo barrio al este del centro histórico, que desde la época azteca floreció al borde de la isla de Tenochtitlan; durante el periodo virreinal y hasta principios del siglo XX fue embarcadero, después lugar de estaciones de ferrocarril y en la década de los sesenta, sitio de tránsito del metro. Todo ello habla de una cierta tradición regional por las comunicaciones colectivas, sin dejar de tener en cuenta las dificultades del subsuelo cuyo nivel freático ha estado muy cerca de la superficie, incluso el emplazamiento de la etación San Lázaro, está en lo que realmente fue lago hasta finales del siglo XIX.


En medio de una plaza en esquina se construyó la estación dejando sobre la superficie un volumen arquitectónico compuesto por un doble niver de hypars de borde recto. En el interior, cuatro columnas de planta cruciforme van de más a menos para conectarse a la cimentación. La estrategia ,de haber dispuesto dos niveles de hypars permitió que, entre uno y otro, se alojaran los tramos de cristal que iluminan el interior. Los accesos se abrieron en las esquinas de la planta cuadrangular. Uno de los éxitos del proyecto es que logró combinar, mediante una doble altura, el espacio de los andenes con la diámica espacial del salón de pasos perdidos, dando lugar a una monumentalidad interior que no se advierte viendo el edificio desde la plaza. 


La luz entra por las ranuras horizontales y acaricia el lecho bajo de los cascarones, contribuyendo a modelar el espacio que, tanto por la altura de los hypars como por la multitud de trayectorias y conexiones, crea un nuevo ámbito en la Ciudad de México. A finales de los sesenta, la Ciudad de México asistió a la irrupción de las masificaciones y la velocidad vertiginosa como no se había experimentado antes. El interior de la estación Sal Lázaro, con su pluraridad de interconexiones, vino a ser el prototipo en México de los "no lugares" o lugares de tránsito perpetuo; sin embargo, la peculiaridad de la forma dota al conjunto de una identidad que ha quedado grabada en la memoria colectiva. Uno de los atributos arquitectónicos de este edificio es el control de las escalas con las puntas de los hypars sobre los accesos; ya en el interior, resulta sorprendente la sensación del "aleteo" cada vez más alto de los paraboloides hiperbólicos.


Enrique X. DE ANDA ALANÍS

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