"Fraguas Revive" se trata de una de las numerosas respuestas que cientos de personas le están dando al inminente fenómeno de la despoblación, que amenaza a casi el 50 % del territorio que conforma España y que puede suponer en un futuro cercano un grave problema social. La concentración del poder económico en las grandes ciudades producirá que, poco a poco, éstas se expandan salvajemente e invadan núcleos vecinos más pequeños, donde a partir de ese momento, su administración y gestión dependerán del centro, desligado completamente de las necesidades de la periferia.
Es por ello que, proyectos como el de Fraguas Revive plantean un modo de vida en el entorno rural, en núcleos más pequeños, sostenibles y autosuficientes, interconectados entre sí mediante relaciones de dependencia horizontales.
Fraguas es una pequeña aldea de la sierra norte de Guadalajara, ubicada entre Arbancón y Veguillas, lindando con Monasterio, que, como tantas, surgió en algún momento de la Baja Edad Media, tras retirarse el Imperio Islámico. Fundada y sostenida durante cientos de años por gente que vivió del trabajo de sus manos y del fruto de su entendimiento, capaces de convivir a la manera en que fue tan común en aquel tiempo. Nunca asfaltaron sus caminos ni llevaron luz eléctrica a sus casas.
A mediados del siglo XIX, Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España (1845-1850) y sus posesiones de Ultramar, Fraguas era citado como lugar del distrito municipal de Monasterio, en la provincia de Guadalajara. Lo describe "al pie de la sierra Gorda, combatido por los vientos este y sur y con un clima húmedo, propenso a las fiebres intermitentes". Contaba en ese momento con 23 casas, la del Ayuntamiento (que servía de cárcel) la iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán y un cementerio, y su población era de 80 habitantes.
Fraguas llevaba despoblada desde hace 50 años, después de que durante el franquismo se modificara el estatus territorial del enclave en el que se encuentra y se calificara como monte público, aunque desde entonces hasta ahora ha sido un campo de tiro privado y base de pruebas militares donde se permitía el uso de explosivos. Las familias que vivían allí fueron despojadas de sus casas y obligadas a buscar otro lugar donde vivir. Años más tarde, Fraguas sería inhabitable, al haber sido destruida y desvalijada. Poco después del desalojo, comenzó una repoblación forestal obligada de una especie no autóctona, el pino, con el objetivo de sacar beneficio económico a través de la venta de su madera.
Tras muchos años de abandono, un pequeño grupo de personas jóvenes comienza con la iniciativa Fraguas Revive, un proyecto de okupación rural comunitario de la sierra norte de Guadalajara. Desde la primavera de 2013 las integrantes de este proyecto llevan reconstruyendo las ruinas del antiguo pueblo de Fraguas. Luchan por la comunidad, el autogobierno, la autosuficiencia y la autogestión, por medio de la producción comunal y la convivencia. Para materializar todos estos objetivos creen necesaria una vuelta al campo, donde desarrollarse en equilibrio con el medio natural.
La okupación es un movimiento social que consiste en tomar espacios abandonados y darles un uso habitacional o social. La toma de estos espacios es una acción política, ya que con ello se pretende denunciar la especulación y defender el derecho a la vivienda. Por su parte, la autogestión es una forma de organización social alternativa a las dinámicas capitalistas, vinculada al anarquismo, en la que se construyen vínculos de dependencia entre los distintos miembros de la comunidad y al mismo tiempo se vela por la autonomía de cada integrante. Un proyecto es autogestionado cuando se construye desde el esfuerzo conjunto y agregado de todas las personas que trabajan para hacer de ella un bien común. El principal órgano de coordinación es una asamblea, de carácter horizontal, que se reúne varias veces al mes para así permitir que todas las personas interesadas puedan asistir. La idea principal es trascender el modo de vida urbano basado en la delegación de soberanía, el trabajo asalariado, el consumo desmedido, la deslocalización de la producción y el individualismo.
Los repobladores encontraron Fraguas en ruina completa, y apenas vivo en la memoria de los pocos antiguos pobladores. Además, la Junta de Castilla - La Mancha, en sus planes de ordenación del territorio, decidió que las ruinas de Fraguas y sus entornos se consideraran Parque Natural, con las especiales protecciones que tal estatus conlleva.
Aunque el núcleo de pobladores estables nunca superó las ocho personas,en los momentos fundacionales del pueblo, el número de los que llegaban era cada vez mayor. Este trasiego constante de gentes con diferentes conocimientos y aptitudes, atraídos por las posibilidades de un proyecto de autogestión como el de Fraguas fue quizás el catalizador que permitió que el núcleo de pobladores lograra realizar, en un tiempo récord, con un presupuesto mínimo y sin especialistas titulados de ninguna clase, una primera fase de reconstrucción verdaderamente meritoria; en apenas 4 meses de trabajos se levantó de sus cimientos la casa principal, se abrieron las calles del pueblo, dos huertas, el gallinero, se reparó la pista forestal y se comenzó la elaboración de productos locales, como la cerveza artesana.
¿Cómo se pudo lograr todo aquello sin maquinaria pesada y sin trabajo asalariado? Por la propia satisfacción que supone producir algo útil, bueno, hermoso y único, por el gozo de ayudar a los amigos, incluso por el gusto por ponerse a prueba y superar retos técnicos y resolver problemas.
Usando materiales de la zona y tomando prestadas herramientas del mundo ya organizado, y aprovechando la piedra de sillar y mampostería que se salvó de las pruebas de tiro en su momento, se rehabilitan las viviendas que no están completamente en ruinas. Para el resto de construcciones se parte de cero, mediante ayuda externa de personas laboriosas y/o cualificadas para tales fines, volviendo así a la arquitectura sin arquitectos, en la que los repobladores van aprendiendo progresivamente ciertas habilidades que no habrían necesitado en el espacio urbano.
Los pocos antiguos pobladores que aún quedaban vivos tuvieron noticia de que Fraguas resurgía. Algunos vinieron a ver las obras. También hubo personas de pueblos vecinos que fueron acercándose a conocer de primera mano lo que estaba pasando en Fraguas. Casi todos volvieron más de dos y tres veces.
Fraguas, en este momento, no es autosuficiente: su supervivencia está ligada a los vehículos de motor, su avituallamiento sigue sustentado en los supermercados de los alrededores; y en general su mantenimiento y crecimiento requieren constantes aportes que se satisfacen principalmente con la venta de cerveza artesana en el entorno urbano, del que, por tanto, siguen dependiendo. Por otra parte, surgen a veces conflictos convivenciales. Gestionarlos con justicia y fraternidad suele ser la tarea más compleja, y la prueba de fuego para proyectos como Fraguas. Como toda organización humana que está viva, se encuentra en permanente estado de perfeccionamiento y construcción. Supone un modelo de oposición posible al dominante, ni el único ni necesariamente el mejor, imperfecto y limitado como toda obra humana, pero con el añadido clave de que es real, que aspira a su mejoramiento a través de la transformación personal de sus habitantes, primero; y de la transformación del resto de la sociedad, después.
Un proyecto como Fraguas, en cambio, no es posible bajo la tutela estatal. Esta región es hoy la más despoblada de Europa meridional, y una de las más envejecidas (el 40% de los municipios superan en media de edad los 50 años). La densidad de población es de 7,98 habitantes por km2. De nada han servido los fondos europeos contra la despoblación, los recursos del Fondo Social Europeo, ni la Estrategia Europea para el Mundo Rural, etc, para revertir el terrible éxodo rural, combatir el envejecimiento de las comarcas rurales ni para atraer población joven emprendedora a la zona. Para reconstruir un pueblo en ruinas bajo la actual legalidad serían precisas cantidades desmesuradas de dinero y tiempo, haciendo que en la práctica sólo el propio Estado o grandes corporaciones puedan asumirlo. En definitiva, bajo el régimen actual, un grupo de personas sin grandes capitales detrás no lograría nunca, siguiendo los cauces oficiales, levantar un proyecto como la refundación de Fraguas.
Para construir proyectos como el de Fraguas, que puedan llegar a funcionar a medio-largo plazo, hace falta un tipo de persona capaz de la reflexión autónoma, valerosa, con gusto por la entrega y los retos complejos, y sobretodo apta para la convivencia. Después de décadas de adoctrinamiento en escuelas y universidades, televisión y radio, publicidad y consumo compulsivos, individualismo y materialismo, es complicado desligarse de todo mal hábito y tomar la decisión de vivir al margen.
Isabel GUEVARA