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Biblioteca Ambrosiana

Biblioteca Ambrosiana

  • 1605 - 1609
  •  
  • BUZZI, Lelio
  •  
  • MIlán
  • Italia
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CAMPBELL James W.P., La biblioteca. Un patrimonio mundial. Edit. Nerea. San Sebastián, 2013.


pág.126-127 "La biblioteca toma su nombre de San Ambrosio, el patrón de Milán. Fue fundada por el cardenal Federico Borromeo (1564-1651), segundo hijo del Conde de Arona y primo de San Carlos Borromeo. federico estudió Derecho y Teología en Pavía, antes de marchar a Roma para completar su formación. Nombrado cardenal cuando sólo tenía 23 años, se convirtió en arzobispo de Milán en 1595. Allí empleó la considerable fortuna que había acumulado gracias a sus cargos y al patrimonio de su familia en adquirir manuscritos procedentes de toda Europa y de lugares tan distantes como Grecia y Siria. Entre estos manuscritos se encontraban la colección de Gian Vicenzo Pinelli (1535-1602), humanista italiano y mentor de Galileo.De esta colección se cuenta que era tan extensa que ocupaba setenta cajas. Borromeo decidió crear una biblioteca para guardar en ella sus 15.000 manuscritos y 50.000 libros impresos. Las obras de construcción de la Biblioteca Ambrosiana comenzaron en 1605.


Los planos fueron trazados por Lelio Buzzi, quien había empezado a trabajar como capataz en la Catedral de Milán (se le menciona en una disputa en1569 donde se le tilda de cantero inexperto y desconocer el oficio). Sin embargo, Buzzi se convirtió en director de las obras de la catedral y proyectista local de renombre. Posiblemente por su labor en la catedral entró en contacto con el cardenal Borromeo. Sin embargo, los registros documentales, mencionan así mismo a Francisco María Eicchino, Aurelio Trezzi y Alessandro Tesauro, como profesionales también consultados en relación con este proyecto, por lo que no queda totalmente claro a quien cabe atribuir el diseño de esta biblioteca. Como sucede con tantas obras de este tipo, la Ambrosiana fue seguramente le resultado de muchas aportaciones.


A pesar de esta incierta atribución, el edificio es muy sencillo y coherente en lo tocante a su diseño. La biblioteca se alojó en un primer momento en una única sala rectangular que hoy se conoce como sala Fredericana. A diferencia de la mayor parte de las bibliotecas del período, apenas unos escalones la separan del nivel del suelo. El ingreso se realiza por un portal inserto en un imponente pórtico rematado por un frontispicio en medio del muro trasero. Originalmente esta era la única entrada. Las estanterías cubren todas las paredes de la sala; los anaqueles inferiores miden cuatro metros de alto, y los de la galería 2,6 metros. A dicha galería, se accede hoy en día por unas escaleras situadas en un ala abyacente al edificio y cruzando una puerta al mismo nivel de la galería, pero en un principio sendas escaleras de caracol ubicadas en las esquinas. Una sucesión de cuadros forma una cornisa por encima de las estancias, y la propia galería de la balaustrada exhibe así mismo un buen número de pinturas. La sala alarece cubierta por una bóveda de cañón de espectacular decoración. La iluminación la aportan grandes ventanales de forma semicircular situados en los extremos.


La Biblioteca Ambrosiana ha experimentado modificaciones importantes a lo largo de la historia. Las ampliaciones ejecutadas para albergar una galería de arte, comenzaron al poco de terminarse su construcción. Desde entonces, fueron muchas las transformaciones que afectaron a su distribución y mobiliario, y tras sufrir daños muy graves durante la II Guerra Mundial hubo que reconstruirla casi enteramente. Lo que vemos hoy en día, es una fiel reproducción del original, a pesar de lo cual, sigue siendo una de las bibliotecas más importantes de la historia. Parece ser, que cuando se inauguró, en 1609, los visitantes podían acceder a ella sin restricciones. En 1670, un turista inglés llamado Richard Lassels observó lo siguiente: "La Biblioteca Ambrosiana es una de las mejores de Italia, pues no se muestra tan poderosa como las demás, que apenas se dejan ver por nadie; esta abre sus puertas a cuantos quieran entrar en ella o abandonarla a placer y les permite leer cualquier libro que apetezca." Esta política de puertas abiertas, ha suscitado algún que otro comentario poco riguroso en el sentido de que la Ambrosiana rivaliza con la Bodleiana por el mismo honor de haber sido la primera biblioteca pública de Europa. Claramente - y tal como hemos visto en los capítulos previos - no estaría justificada esta rivalidad, ya que son muchas las bibliotecas anteriores que franquearon sus puertas la público, si bien hubo ciertas limitaciones al libre acceso.

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