CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 3ª edición en español. 1ª edición 1986
Págs. 514..." Entre 1945 y 1965, la difusión del Movimiento Moderno por todo el mundo significó, su conversión, gradualmente en la regla del orden establecido, en vez de ser un producto marginal de vanguadia. Aunque con frecuencia fue elegido para expresar ideales "progresistas" (por ejemplo las Naciones Unidas o Brasilia), tuvo que abandonar algunas de las tradiciones funcionales retóricas de la arquitectura, tales como la encarnación del estado o la conservación de las instituciones. La monumentalidad es una cualidad de la arquitectura que no tiene que ver con el tamaño, sino con la intensidad de la expresión. En cualquier caso, el problema consistía en dotar a los edificios públicos del grado adecuado de presencia y accesibilidad, es decir, establecer los términos de una monumentalidad democrática.
pág. 410-412. “…El rascacielos de vidrio podía utilizarse también en contextos no comerciales. En el conjunto de las Naciones Unidas (1947-1950), realizado por Wallace Harrison y Max Abramovitz, el secretariado estaba valorado en un prisma semitransparente que daba al rio East y que proporcionaba la imagen dominante del conjunto. Los muros de los extremos estaban recubiertos de piedra; y los lados largos, de un lustroso vidrio verde sostenido por malla de montantes con cierta textura. El efecto compositivo del conjunto surgía del modo en que los elementos principales (la torre acristalada, la sala de asambleas y el pabellón alargado para los representantes) estaban colocados como esculturas sobre una plataforma, con pasarelas, un pequeño parque y otros servicios públicos interrelacionados. Louis Mamford dudaba de que un prisma fuese apropiado para las aspiraciones simbólicas del nuevo congreso de las naciones de postguerra, hasta que reconoció que tal vez la burocracia seria el rasgo más destacado de la organización. Sin embargo, si el conjunto de las Naciones Unidas se hubiese llevado acabo como se pretendió originalmente, se podría haber alcanzado una poesía y una fuerza apropiadas al idealismo de la institución. Porque no cabe la menor duda de que Harizon y Abramovitz adaptaron su edificio a partir de una idea original de la Corbusier (conservada en una maqueta y algunos dibujos de sus cuadernos) conocida como “proyecto 23 A” in 1947. No era la primera vez que este arquitecto se ocupaba del proyecto de un parlamento mundial, como ya hemos visto en su propuesta para Sociedad de Naciones de 1927, y es de destacar que se hiciese una distinción análoga entre la asamblea honorifica y las oficinas estandarizadas y menos intensas del secretariado. La idea de poner el secretariado en una torre puede que estuviste algo influida por la propuesta de Hannes Meyer para la Sociedad de Naciones de 1927 y probablemente reflejaba la experiencia de le Corbusier de haber trabajado con Niemeyer, Costa y otros en el ministerio de educación en Rio de Janeiro. Y también servía para mostrar a los norteamericanos la verdadera función urbana de rascacielos-la liberación de la ciudad para tener luz, espacio y vegetación-, realizando para ellos un fragmento de la Ville Radieuse al borde de Manhattan. Evidentemente, le Corbusier intentaba seguir el ejemplo de sus torres para Argel (1938-1942) e incorporar los bris-soleil a las fachadas de la ONU. Esto constituya una importante modificación de la fórmula de la caja de vidrio, que añadía nuevas posibilidades para la articulación monumental y la expresión escultórica. “
. Le Corbusier proponía regular las dimensiones del edificio con otro invento reciente, su sistema de proporciones: el “Modulor” que aunaba la sección áurea, una figura humana de seis pies de altura y las proporciones armónicas en un elevado teorema corbuseriano que supestamente conciliaba la mecanización y “el orden natural”. Si tenemos en cuenta que el arquitecto ideó también un Museo de la Cultura Mundial, con la forma de un zigurat espiral y situado en las inmediaciones de las Naciones Unidas, entenderemos hasta que punto este proyecto despertaba sus aspiraciones universales. Pero esto es analizar una propuesta que no se construyó nunca o de la que sólo se realizó una sombra; el consejo de Le Corbusier se aceptó de buen grado, pero no recibió en encargo y volvió a Europa amargado y con las manos vacías. El edificio actual es de una concepción diluida en busca de la articulación y los detalles adecuados; los vestíbulos, con sus voladizos curvos y sus adornos de arte abstracto, hablan más de los tópicos del “estilo de hotel internacional” de los años 1950 que de los lugares solemnes de las asambleas. Para entender cómo afrontaría Le Ciorbusier la monumentalidad cívica, hemos de centrarnos en su Capitolio de Chandigarh."
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COLQUHOUN Alan.,"Pax americana: la arquitectura en Estados Unidos, 1945-1965" en La arquitectura moderna una historia desapasionada. Gustavo Gili. Barcelona, 2005.
págs. 231-245. "El primer edificio de oficinas construido por SOM fue la Lever House en Nueva York (1951-52), uno de los cuatro edificios norteamericanos que hicieron realidad por primera vez esas visiones del rascacielos de vidrio imaginadas por Mies van der Rohe y Le Corbusier antes de la guerra. Los otros tres eran: el edificio de la compañía Equitable Life Assurance en Portland, Oregon (1944-47), de Pietro Belluschi (1899-1994); el Secretariado de la Naciones Unidas en Nueva York (1947—1950) de Wallace Harrison (1895-1981) con Le Corbusier como consultor; y las viviendas de Lake Shore Drive en Chicago (1948-1951) de Mies van der Rohe. A esta lista debería añadirse el Ministerio de Educación y Salud de Rio de Janeiro (1936-1945), construido antes de la guerra por un equipo que incluía a Lucio Costa y Oscar Niemeyer, con Le Corbusier como consultor."
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KHAN Hasan-Uddin. El estilo internacional, arquitectura moderna desde 1925 hasta 1965. Taschen, Italia, 2001.
"En el conjunto el secrerariado estaba alojado en un prisma semitransparente que daba al rio East y que proporcionaba la imagen dominante del conjunto. Los muros de los extremos estaban recubiertos de piedra; y los lados largos, de un lustroso vidrio verde sostenido por malla de montantes con cierta textura. El ejemplo compositivo del conjunto surgía del modo en que los elementos principales (la torre acristalada, la sala de asambleas y el pabellón alargado para los representantes) estaban colocados como las esculturas sobre una plataforma, con pasarelas, un pequeño parque y otros servicios públicos inrterrelacionados. Lewis Mumford dudaba de que un prisma fuese apropiado para las aspiraciones simbólicas del nuevo congreso de las naciones de posguerra, hasta que reconoció que tal vez la burocracia sería el rasgo más destacado de la organización. Sin embargo, si el conjunto de las Naciones Unidas se hubiese llevado a cabo como se pretendió originalmente, se podría haber alcanzado una poesía y una fuerza apropiadas al idealismo de la institución. Porque no cabe la menor duda de que Harrison y Abramovitz adaptaron su edificio a partir de una idea original de Le Corbusier (conservada en una maqueta de madera y en algunos dibujos de sus cuadernos) conocida como proyecto 23 A (1947). No era la primera vez que este arquitecto se ocupaba del proyecto de un parlamento mundial, como su propuesta para la Sociedad de Naciones de 1927, y es de destacar que se hiciese una distinción análoga entre la Asamblea honorífica y las oficinas estandarizadas y menos intensas del Secretariado. La idea de poner el Secretariado en una torre puede que estuviese influída por la propuesta de Hannes Meyer para la Sociedad de Naciones de 1927, y probablemente reflejaba la experiencia de Le Corbusier de haber trabajado con Niemeyer, Costa y otros en el Ministerio de Educación en Rio de Janeiro (1936). Y también servía para mostrar a los norteamericanos la “verdadera” función urbana del rascacielos - la liberación de la ciudad para tener luz, espacio y vegetación - realizando para ello un fragmento de la Ville Radieuse al borde de Manhattan. Evidentemente Le Corbusier intentaba seguir el ejemplo de sus torres para Argel 1938-42 e incorporar los brise soleil a las fachadas de la ONU. Esto consistían en una importante modificación de la fórmula de la caja de vidrio, que añadía nuevas posibilidades para la articulación monumental y la expresión escultórica. Le Corbusier proponía regular las dimensiones del edificio con otro invento reciente, un sistema de proporciones; el Modulor que aunaba la sección aúrea, una figura humana de seis pies de alutra y las proporciones armónicas en un elaborada teorema corbuseriano que supuestamente conciliaba la mecanización y el “orden natural”. Si tenemos en cuenta que el arquitecto ideó también un Museo de la Cultura Mundial, con la forma de un zigurat en espiral y situado en las inmediaciones de la Naciones Unidas, entendemos hasta que punto este proyecto despertaba sus aspiraciones universales. Pero esto es analizar un programa que no se construyó nunca o de la que sólo se realizó una sombra; el consejo de Le Corbusier se aceptó de buen grado, pero no recibió el encargo y volvió a Europa amargado y con las manos vacías. El edificio actual es una concepción diluida en busca de la articulación y los detalles adecuados; los vestíbulos, con sus voladizos curvos y sus adornos de arte abstracto, hablan más de los tópicos del “estilo de hotel internacional” de los años 1950 que de los lugares solemnes de la asamblea. Para entender como afrontaría Le Corbusier la monumentalidad cívica, hemos de centrarnos en su capitolio de Chandigarh"