FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.
Pág.241-249.“El eclipse del New Deal: Buckminster Fuller, Philip Johnson y Louis I. Kahn 1934-1964”
En esta coyuntura de la carrera de Kahn, encontramos una de las paradojas centrales en la obra e influencia de Buckminster Fuller, ya que si bien la contribución de Fuller era postulada tanto por él mismo como por sus seguidores como el único enfoque auténticamente funcionalista de la época, desde entonces ha resultado evidente que sus sistemas estructurales geodésicos deberían ser contemplados como evocadores a través de su geometría universal, una actitud frente a la forma y a a vida que es fundamentalmente mística. Por la subsiguiente carrera de Kahn, está claro que esta faceta del pensamiento de Fuller ejerció una fuerte influencia sobre su evolución, sobre todo durante el periodo de su asociación con Ann Tyng, que era una ardiente seguidora de la línea de Fuller. Las diversas versiones del Ayuntamiento de Kahn, triangulado y de múltiples planos, para Filadelfia, diseñadas en asociación con Tyng entre 1952 y 1957, encierran el periodo durante el cual más se encontró él bajo la influencia de Fuller. El concepto básico de un rascacielos geodésico, estabilizado por pisos tetraédricos de hormigón - ‘un puntal vertical contra el viento’ - permitió a Kahn regresar a una intención arquitectónica que hubiera sido apreciada por Viollet-le-Duc. Esto resulta evidente en una de las más claras declaraciones de intención que él manifestó:
En tiempos góticos, los arquitectos construían con piedras macizas. Hoy podemos construir con piedras huecas. Los espacios definidos por los miembros de una estructura son tan importantes como estos miembros. La dimensión de tales espacios varía en escala desde los vacíos positivamente en el diseño de una estructura queda en evidencia por el interés y el trabajo crecientes en el desarrollo de espacios-marco. Las formas con las que se experimenta proceden de un conocimiento más íntimo de la naturaleza y del incremento en la búsqueda constante de orden. Los hábitos de diseño que conducen al ocultamiento de la estructura no tienen un lugar en este orden tácito. Tales hábitos retrasan el desarrollo de un arte. Creo que en arquitectura, como en todo arte, el artista conserva instintivamente las marcas que revelan cómo se hizo una cosa. La sensación de que nuestra actual arquitectura necesita embellecimiento procede en parte de nuestra tendencia a disimular las articulaciones, a ocultar como se unen las partes. Deberían idearse estructuras capaces de albergar, las necesidades mecánicas de habitaciones y espacios… Si tuviéramos que adiestrarnos a dibujar tal como construimos, de abajo arriba, cuando lo hacemos, deteniendo nuestro lápiz para hacer una marca en las juntas, surgirían ornamentos de nuestro amor en la expresión del método. Ello ocasionará que al amasar la construccion de luz y material acústico, la inhumación de las torturadas en indeseables tubería, conducciones y cañerías llegaría a ser intolerable. El deseo de expresar cómo se hace se filtraría a través de toda la sociedad de la construcción, hasta el arquitecto, el ingeniero, el constructor y el delineante.
Los temas fundamentales de la subsiguiente carrera de Kahn están todos ellos perfilados en este notable párrafo, desde la noción de la transposición conceptual de sólido y vacío -véase la referencia a las piedras huecas- hasta la idea de integrar explícitamente sistemas mecánicos con la estructura y el importante corolario de que el principio de ordenación universal (o sea ‘lo que la construcción quiere ser’) sólo podría manifestarse a través de la revelación del proceso constructivo.
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.... Las megaestructuras tienen muchos antecedentes, como el plan Obús para Argely la Unité d'Habitation de Marsella de Le Corbusier; el proyecto de torres para la Philadelphia City Planning Commission (1957), en el que Louis I. Kahncontó con la colaboración de Kenneth Day, Louis E. McAllister, George Braik y Anne GriswoldTyng; los diversos prototipos de Richard Buckminster Fuller; y las ciudades espaciales(1970) de Yona Friedman. La intención de las megaestructuras es convertir la arquitectura en ciudad. Esta ciudad como megaestructura se desarrolló en los proyectos fantásticos de cápsulas y torres tecnológicas del grupo Archigram(fundado en 1960) y en la mezcla de utopía y pragmatismo del grupo de los metabolistas japoneses, surgidos en el Congreso Mundial de Diseño celebrado en Tokio en 1960 y para quienes el racionalismo tecnológico era superado por el organicismo.
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Págs.. 90-115. “Universos de la realidad y del tiempo”
Continuidad del racionalismo. Megaestructuras tecnológicas
La continuidad de la lógica racionalista lleva a una mayor complejidad tecnológica, potenciando la prefabricación, la ingeniería de la construcción y los sistemas modulares e industrializados. De esta manera, la complejidad de los mat-buildings puede ser llevada a la tercera dimensión. Podemos considerar que de la trama de Candilis, Josic y Woods para Berlín puede evolucionarse hacia megaestructuras como el Centre Georges Pompidou en Parísde Renzo Piano y Richard Rogers. Este hecho se hace muy evidente en los experimentos y diagramas del holandés Piet Blom, quien evolucionó de esquemas básicos de mat-buildings hacia ciudades en el espacio. Por todo ello, en las décadas de 1960 y 1970 la síntesis de las posibilidades de la lógica de la producción de detalles, articulaciones y estructuras, desarrollando los conceptos de complejidad en el espacio y recurriendo a los prefabricados tridimensionales, permitió potenciar la eclosión de las megaestructuras, es decir complejos arquitectónicos, generalmente polifuncionales, desarrollados en el espacio y realizados con tecnología avanzada, que aparecen para resolver programas complejos como centros direccionales, centros regionales, grandes hospitales, complejos culturales o catedrales del consumo. Ejemplos emblemáticos serían el longitudinal centro cívico y comercial de la New Town de Cumbernauld(1958-1960) o toda la obra experimental del arquitecto de origen alemán Konrad Wachsmann, desarrollando sistemas prefabricados ligeros a base de estructuras modulares. Las megaestructuras tienen muchos antecedentes, como el Plan Obus para Argely la Unité d'Habitation de Marsella de Le Corbusier; el proyecto de torres para la Philadelphia City Planning Commission (1957), en el que Louis I. Kahncontó con la colaboración de Kenneth Day, Louis E. McAllister, George Braik y Anne GriswoldTyng; los diversos prototipos de Richard Buckminster Fuller; y las ciudades espaciales(1970) de Yona Friedman. La intención de las megaestructuras es convertir la arquitectura en ciudad. Esta ciudad como megaestructura se desarrolló en los proyectos fantásticos de cápsulas y torres tecnológicas del grupo Archigram(fundado en 1960) y en la mezcla de utopía y pragmatismo del grupo de los metabolistas japoneses, surgidos en el Congreso Mundial de Diseño celebrado en Tokio en 1960 y para quienes el racionalismo tecnológico era superado por el organicismo. Entre los diversos experimentos metabolistas destacan la Ciudad Flotante en Kasumigaura (1961) de Kisho Kurokawa, con una geometría procedente de las estructuras celulares, un módulo triaxial que puede crear plazas y claustros y que puede ir creciendo por ramificaciones; y la Ciudad en el aire para Tokio (1960-1961) de Arata Isozaki, donde la analogía biológica lleva a unos edificios-ciudad en forma de árboles con troncos, que son las torres de circulación vertical, ramas que captan energía y sirven de circulación horizontal, y hojas que son las unidades habitacionales. El metabolismo japonés pretendía crear unas ciudades flexibles que se desarrollasen como proceso genético y vivo.
Estos proyectos experimentales son antecedentes de las megaestructuras libertarias de Constanty de los edificios-masa, apilamientos y estratificaciones, los megaobjetos de Rem Koolhaas y MVRDV.En esta evolución una aportación clave fue el Centre Georges Pompidou de París(1972-1977) de Renzo Piano y Richard Rogers, que significó la definición del edificio-masa, una megaestructura pragmática en la que se desarrollan diversas actividades en sus plantas libres, dentro de una gigantesca estructura modular de fuerte implementación tecnológica, que tiene la voluntad de facilitar cualquier tipo de transformación en su interior. La propuesta del Centre Georges Pompidou se inspiraba en precedentes no realizados, como algunas fantasías de Archigram y como el Fun Palace(1961) de Cedric Price. Esta idea megaestructural también se desarrolló en diversas direcciones en las propuestas de ciudades proyectadas a base de módulos residenciales. Una de ellas es la búsqueda de una ciudad en el espacio por parte del Taller de Arquitectura que hoy dirige Ricardo Bofill(1939) y que, tras ciertos experimentos menores, algunos de ellos realizados, culminó en el Walden 7 en Sant Just Desvern (1970-1975), cerca de Barcelona: un complejo residencial en altura para unos 1.000 habitantes, con una estructura de módulos y mallas que se agrupan siguiendo leyes geométricas de repetición y simetría, creando grandes patios y unas gigantescas aberturas a la manera de arcos. Las células de vivienda, que son accesibles desde pasarelas, pueden conectarse y ampliarse, uniéndose en horizontal o en vertical. El conjunto sigue distintas leyes geométricas que eran el resultado de las investigaciones sobre la complejidad de las estructuras modulares de la tesis doctoral de Anna Bofill (1944).
Los estructuralistas holandeses desarrollaron esta idea partiendo de la estructura de mat-building que Piet Blom(1934-1999) había investigado a fondo y que había llevado a las tres dimensiones en un conjunto residencial en altura hecha de módulos colocados de forma romboidal: las Casas Cubo, en Róterdam(1978-1984). En esta misma dirección, Moshe Safdie(1938) propuso un sistema arquitectónico de módulos, que puso en práctica en conjuntos emblemáticos como el Hábitat de Montreal, en Canadá (1967).