CAMPBELL James W.P., La biblioteca. Un patrimonio mundial. Edit. Nerea. San Sebastián, 2013.
Pág. 295-299. "Esta biblioteca universitaria, terminada en 2004, proporciona una respuesta a la pregunta de ¿para qué necesita una persona acuir hoy en día a una biblioteca?. En esta ciudad tiene su sede la universidad más grande de los Paises Bajos. Su campus de los años seseta diseñado por De Uithof, se ha renovado y ampliado completamente en el marco de un plan director de duración quinquenal. La biblioteca obra del arquitecto holandés Wiel Arets, es sólo una pieza de un proyecto más amplio que incluye edificios diseñados por los estudios de arquitectura OMA (el Educatorium, 1997), Neutelings Riedijl (el edificio de las Ciencias de la Tierra, 2005). A la nueva biblioteca se accede por varios sitios; directamente desde una calle de ambiente animado (colaboran en ello varios comercios y cafés), cruzando una pasarela que arranca junto a unos edificios cercanos pertenecientes al campus; y en tercer lugar, a través de un aparcamiento de varias plantas integrado en la propia biblioteca. Se trata de un campus donde la mayoría de los edificios, conectados por pasarelas en el nivel de la primera planta, permiten que los estudiantes vayan de uno a otro en pleno invierno sin tener que salir a la calle. Por ello resulta a veces difícil saber en qué edificio se encuentra uno. Sin embargo, la biblioteca es reconocible a primera vista, gracias a sus paredes de vidrio esmerilado (que producen una visión distorsionada del mundo exterior) y al hecho de que el interior está pintado todo de un único color: el negro.
En el siglo XIX, y durante la mayor parte del XX, las bibliotecas se obsesionaron con la vigilancia. Con frecuencia se diseñaban de tal forma que desde el mostrador del bibliotecario se pudiera ver la mayor cantidad de espacio posible. La Biblioteca de la Facultad de Historia que poryectara Stirling en Cambridge, llevó esta idea a un extremo absurdo, al hacer que todas las estanterías se dispusieran radialmente con respecto a un punto central, a pesar de que, como señalaron en su día los estudiantes, resultaba ridículamente fácil apropiarse de los libros con sólo bordear las estanterías por uno de los lados. Todo esto desapareció a finales del siglo XX cuando la tecnología del etiquetado electrónico redujo de forma considerable el riesgo de robo de libros, y se generalizó el uso de cámaras de vigilancia. La colocación del mostrador del bibliotecario ya podía desligarse de la necesidad de vigilar los fondos. En el caso de los libros raros, el riesgo de daños o sustracciones, siguio requiriendo una atención excepcional, justificando la imperiosa necesidad de una vigilancia más estricta. En la actualidad, los bibliotecarios suelen estar sentados en zonas de recepción fuera de la biblioteca propiamente dicha, donde les resulta más fácil atender consultas y desempeñar otros cometidos sin molestar a los lectores.
Centros como el de Cottbus y Utrech son únicamente posibles en un mundo donde la noción de vigilancia directa se ha vuelto irrelevante. La biblioteca de Utrech está diseñada para proporcionar la mayor diversidad posible de zonas de lectura, pero no hay escasez de espacio para el depósito de los libros. Parece albergar 4.2 millones de volúmenes y buena parte de estos fondos están disponibles en estantes abiertos. Al mismo tiempo estos libros conforman el telón de fondo de las distintas áreas de trabajo, puesto que las estancias se utilizan para delimitar salas en lo que mayoritariamente es un único espacio de grandes proporciones sobre el que penden zonas de depósito no accesibles a los usuarios y salas de lectura especializada. Los libros aportan un colorido que contrasta con el fondo de color negro. En un día culaquiera, los universitarios llenan las salas de lectura. Seguramente la mayoría no ha venido para consultar libros, sino para utilizar el espacio. Aunque las modernas residencias de estudiantes ofrecen instalaciones inusuales en tiempos pasados (como por ejemplo, habitaciones con su propio cuarto de baño), lo normal es que estén atestadas y no faciliten el estudio. Además suelen hallarse lejos del recinto universitario. Por tanto, la biblioteca ofrece a los estudiantes, un lugar donde repasar sus lecciones así como la oportunidad de trabajar en grupo o sencillamente coincidir con los amigos. Los espacios no están asignados a una función concreta, sino que lo usuarios los eligen a conveniencia. Los hay que prefieren trabajar en grandes espacios abiertos, rodeados de gente, otros buscan pequeños rincones al abrigo de las estanterías. La biblioteca es no sólo un edificio que guarda libros, es un lugar para trabajar. En un mundo donde el espacio resulta caro, poder disponer de él gratuitamente para desarrollar una ocupación resulta muy atractivo para mucha gente.
Antes o después, la de Utrech, como todas las bibliotecas universitarias, sufrirá la escasez de espacio para almacenar libros. En este caso el aparcamiento anejo puede adoptar una ingeniosa solución. A primera vista, los depósitos de libros y los aparcamientos de coches comparten varias características: ninguna de las dos instalaciones requiere techos altos, y las dos precisan aparentemente pisos con muy alta capacidad de carga. De hecho, las estanterías de un depósito requieren suelos con el triple de capacidad de carga que un aparcamiento. Sin embargo, la estructura del aparcamiento de Utrech se ha diseñado para que pueda ampliarse en sentido vertica, a fin de proporcionar, en su nivel más alto, un espacio simplemente para el depósito de los fondos bibliográficos.
El exterior de la biblioteca en forma de caja, en una pieza de arquitectura de diseño, Wiel Artes hijo de un impresor, ha sido amante de los libros desde su infancia. Las ventanas de la biblioteca llevan grabada una imagen sacada de una fotografía de Kim Zwarts, encargada exprofeso para este proyecto. la misma imagen va impresa en el hormigón del interior. Con frecuencia, se ha dicho erróneamente que representa la planta del bambú, pero se trata de un grupo de sauces; su aspecto herbáceo recuerda a los lectores no solamente el entorno campestre de la universidad, sino también los materiales empleados en la fabricación del papel, entre los cuales se encuentra la madera de sauce.
La escalera principal que conduce desde la planta baja a la zona de recepción y perspectiva de las ventanas en una planta superior. El cromatismo de la biblioteca es muy destacado, blanco el piso y negro todo lo demás, a excepción de los bancos, un conjunto de taburetes de forma cúbica y el mostrador de recpeción en un vivo color rojo."