RIVERA, David., La otra arquitectura moderna.Expresionistas, metafísicos y clasicistas. 1919 - 1959. Edit. Reventé. Barcelona, 2017.
Págs. 267 – 303.“La arquitectura del nazismo”.
A principios de 1938 Speer ya había conquistado por completo la confianza de Hitler, y recibió el encargo de proyectar y construir en el plazo exigido de un año una nueva sede para la Cancillería (Reichskanzlei) que se adecuase a la imagen grandiosa de Hitler considerada apropiada para el jefe de gobierno de la nueva Alemania. El carácter alargado e irregular del solar disponible y el deseo de crear unos interiores suntuosos y espacios supusieron un severo pie forzado que Speer afrontó cuando una sucesión sincopada de episodios y perspectivas.
En la Nueva Cancillería, Speer ensayo una novedosa versión del clasicismo simplificado, claramente presente en el reticulado diagramático de las fachadas, cuya alternancia de paños ciegos y ventanas nítidamente fijadas y organizadas remitía también al racionalismo del periodo precedente.Las columnas del Patio de Honor se enrasaban sorprendentemente con el muro y se apoyaban sobre unos plintos continuos que se interrumpan justo antes de llegar a las esquinas de la fachada principal del patio.
La iluminación nocturna de ese patio caía únicamente sobre los cuadrados que contenían las columnas enrasadas y las ventanas, sin decoración alguna, de modo que el visitante vespertino contemplaba cuadros alternos de luz y oscuridad mientras una línea de cornisa nítida y continua unificaba todo el espacio (esta sección de la Cancillería recuerda inevitablemente al ‘patio de la escalera’ diseñado por Edwin Lutyens para la Casa del Virrey de Nueva Delhi. Las soluciones estéticas empleadas por Speer en la Cancillería recuerdan parcialmente a Schinkel, por ejemplo a los paños murales del Altes Museum o al robusto proteico aplanado de pilares daricos de la Elisabethkirche. La diferencia, el exceso propio de Speer, reside en una abstracción formal que carece de referentes antroicos ( por ejemplo, el Patio de Honor, donde las dos esculturas de Arno Breker parecen tan perdidas como las de Georg Kolbe o Wilhelm Lehmbrick en los edificios de Mies van der Rohe), o en la prolongación espacial y la repetición seriada ( por ejemplo, en la Galería de Marmol). En ambos casos, se trata de recursos que son específicos de la arquitectura moderna del siglo XX.
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