RIVERA, David., "El optimismo del Art Déco" en La otra arquitectura moderna. Expresionistas, metafísicos y clasicistas. 1910-1950. Edit. Reverté. Barcelona, 2017.
Págs. 220-365.. Pero además Scott es autor de las tres mayores manifestaciones londinenses del monumentalismo industrial; la central eléctrica de Battersea(1933-35), segunda fase años 1950; la fábrica de cervezas Guinness en Park Royel (1933-36. Demolida en 2006); y la central eléctrica de Bamkside (1947-1960) y reconvertida en la Tate Modernen los años 1.990
Como muchos de los proyectistas de fabricas “con estilo”, Scott no era, en realidad quien determinaba los rasgos básicos de sus grandes edificios industriales. La estructura de esas construcciones era obra de diseñadores e ingenieros especializados, y a Scott se le requería a posteriori con el fin de conferir monumentalidad y un carácter representativo a las naves construidas, sobre todo cuando los edificios eran visibles desde las partes más nobles de Londres, como ocurre con Battersea desde Pimlico y Chelsea, y con Bankside desde la City y la catedral de San Pablo. Los proyectos industriales de Scott tenían un carácter integrador y minucioso. Sus proyectos de reforma distan mucho de ser embellecimientos exteriores de grandes instalaciones industriales; por el contrario, muestran una comprensión global del carácter monumental apropiado para cada edificio.
... Pero Scott volvería a alcanzar la solemnidad monumental de Battersea en el último de sus edificios industriales. La central eléctrica de Banksidesólo tiene una torre, no cuatro, pero su papel dominante es, por tanto, mucho más notorio. En realidad, más que una torre es un misteriosos rascacielos cuadrado y ciego que se eleva sobre una base horizontal horadada por inmensos ventanales. La imagen casi constructivista se concreta en formas severas, simétricas y masivas, pero cálidamente texturadas gracias a un exquisito trabajo con las pieles oscuras de ladrillo.
De todas las obras de Scott, esta es sin duda la más parecida a un auténtico zigurat. En un principio, los ingenieros planearon que la central tuviese chimeneas a ambos lados, pero la cercanía del edificio de la Catedral de San Pablo, provocó una polémica pública acerca del impacto que tendría. Scott fue requerido para solucionar el dilema y – como era de prever- consideró que en modo alguno debía competirse con la catedral. Así que convenció a los ingenieros para que concentrasen todos los conductos en una única chimenea y dio a este campanile una altura algo inferior a la de San Pablo, además, rediseño todo el exterior del edificio y la organización de su volumetría.
Desde el otro lado del Támesis, el potente basamento horizontal, roto perpendicularmente por las formas verticales de los enormes huecos, parece estar arriostrado por contrafuertes o terraplenes que sostienen la norme plataforma. Esta parte inferior de la construcción está articulada en dos brandes bloques separados (la sala de las calderas y la sala de la conmutación) entre los cuales se ubica, retranqueada, una caja más alta y escalonada, delante de la cual se encuentra la propia torre-chimenea. Esta torre se apoya directamente en el suelo y asciende libremente en todo su recorrido, enmarcada a cada lado por los cuerpos principales, que la escoltan sin llegar a tocarla. Mediante esta composición, Scott fundía imágenes de una monumentalidad primigenia con una sintaxis abstracta evidentemente moderna (la sala de turbinas, el espacio interior más monumental, estaba situado al fondo de la composición y, por tanto fuera de la vista principal que se tenía desde el rio).
Pero, al igual que en Battersea, en Bankside, existe un tercer elemento formal que resulta especial para definir la monumentalidad del edificio, o más bien para matizarla y hacerla expresiva; el trabajo con la piel de ladrillo. Cada nervio o partición de las vidrieras que articulan la fachada apoya sobre una ménsula plana situada más debajo de la línea de imposta, muy en el Estilo de la Escuela de Amsterdam, lo que proporciona una elegancia ligera y deslizante a las particiones, que en la parte superior se disuelve contra el muro y se prolongan más allá del vidrio. Vistas desde cerca, las esquinas de la torre se descomponen en tres planos, y tanto este detalle como los tres nervios que la recorren por el centro o como el leve escalonamiento de la parte superior, son los responsables de la imagen graduada e imponente que se tiene de ella cuando estamos justamente debajo y o podemos apreciar su tamaño real ni su relación con el resto del edificio.
En realidad, la central eléctrica de Bankside posee una estructura formal muy similar a la catedral anglicana de Liverpool, la primera obra de Scott, cuyo proyecto historicista inicial (1904) se redefinió en plena construcción (en 1910), para hacer hablar al edificio un lenguaje más moderno, capaz de transmitir una idea de lo monumental más directa y simplificada. En Liverpool tenemos la torre central y las cajas horizontales a la izquierda y derecha, y también las franjas verticales y las vidrieras que encontramos en Bankside. Pero una central eléctrica no es una catedral, y por tanto el tratamiento estético es aquí muy diferente. Además Bankside se construyó ya en una era que había visto desaparecer el Futurismo y el Art Déco, y esta central eléctrica puede considerarse la apoteosis conjunta de todas las tendencias modernas de la primera mitad del siglo XX.
En las fotografías aéreas en las que se puede comparar la figura de la catedral de San Pablo con la de la central eléctrica de Bankside, con el curso del Támesis entre ambas, se asiste al encuentro solemne entre el perfecto monumento barroco y el monumento paradigmático del siglo XX, más masivo, depurado y austero, pero humanizado por el color y la textura del ladrillo. La catedral del espíritu, con su cúpula y sus órdenes clásicos, y la catedral del trabajo, con su chimenea y sus paramentos desnudos de ladrillo, son tan diferentes como parecidas, pues mantienen una armonía general en su disposición y sus relaciones. En Bankside, el siglo XX muestra sus poderes sin disimulo, pero también reconoce la supremacía del espíritu sobre la materia.
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