VV.AA., Fernando Chueca Goitia. Un arquitecto en la cultura española. Fundación Antonio Camuñas. Madrid, 1992
págs. 242-249. "En el año 1972, los arquitectos Rafael Manzano Martos y Fernando Chueca recibieron el encargo del entonces director General de Bellas Artes, D. Florentino Pérez Embid, de redactar un importante proyecto de ampliación del Museo del Prado.
Es bien sabido, que este museo, uno de los más importantes del mundo, adolece de escasez de espacio para poder exhibir todas sus magníficas colecciones. Se han hecho y se seguirán haciendo muchos estudios para poder resolver esta angustiosa falta de espacio. La última ampliación que sufrió el museo fue la adición de dos alas a ambos lados del ábside de la rotonda principal que mira a la calle de Ruiz de Alarcón (1952-1956). Estas nuevas crujías fueron obra de los arquitectos Manuel Lorente y Fernando Chueca y han servido de importante desahogo para el museo.
Luego incluso, se cerraron los patios interiores que quedaban y el edificio de Villanueva quedó tal y como se encuentra hoy, con un aprovechamiento máximo.
Sin embargo en el proyecto de 1972 se partió de un aumento mucho más sustantivo consistente en utilizar el claustro de la iglesia de los Jerónimos y edificar en torno a él un verdadero nuevo museo, que se enlazaría con el edificio de Juan de Villanueva por unos pasos elevados sobre la ladera posterior del museo en forma de puente sobre la calle Ruiz de Alarcón. Al mismo tiempo, en este proyecto se proponía una plaza elevada conectando la calle Felipe IV con la entrada norte del museo, devolviendo a esta entrada norte la disposición que le había dado Juan de Villanueva, poniendo el pórtico norte al nivel de una rampa ascendente entre el Prado y la calle posterior. Esta solución de la plaza elevada hubiera servido también de gran desahogo al museo puesto que por debajo de dicha plaza se hubieran podido situar muchos servicios de los que el museo carece. Sobre todo venta de publicaciones, espacios para exposiciones temporales y servicios de todo tipo, algo así como lo que hoy queda en el Louvre bajo la famosa pirámide de cristal.
Este proyecto que acabamos definir en líneas generales, fracasó por diferencias con las autoridades eclesiásticas que naturalmente tenían el dominio de la iglesia de los Jerónimos y sus anejos.
Fracasado como decimos el proyecto inicial, el Director General de Bellas Artes encargó uno nuevo a los mismos arquitectos que prescindía ya de la anexión al posible edificio de los Jerónimos para usos museales. Entonces la ampliación de verificaba mediante unas nuevas crujías que enlazaban las antiguas de Lorente-Chueca con la alineación de la calle Ruiz de Alarcón, creándose por lo tanto tres grandes crujías paralelas a las de Lorente-Chueca. La calle que queda detrás del museo, se convertiría en una especie de túnel de circunvalación, salvándose por lo tanto la parte alta de ella.
Un motivo interesante de este segundo proyecto consiste en una gran rotonda jónica que serviría de vestíbulo de enlace de la nueva ampliación y que sería un rasgo distintivo de la fachada posterior del museo, correspondiente a la calle Ruiz de Alarcón. Por otra parte esta rotonda quedaría en la enfilada de la calle Casado del Alisal, y sería un sugestivo remate de perspectiva.
Juan de Villanueva tuvo intención de realizar algunas rotondas en formas de templos clásicos como los tholos antiguos. Este nuevo tholo jónico sería un homenaje al gran arquitecto madrileño y entonaría admirablemente con el resto del Museo del Prado.
También figura en este segundo proyecto una escalinata monumental entre la calle baja del Museo del Prado y más elevada de Ruiz de Alarcón. Esta escalera monumental sería como continuación de la gran escalera de los Jerónimos y constituiría con ella un conjunto muy atractivo.
Este segundo proyecto quedó también desechado y de todo esto no quedan más que los documentos gráficos de la multitud de planos que se hicieron."