Inprimatu

Bodegas del Garraf

  • 1888 - 1890
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  • BERENGUER I MESTRES, Fransesc
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  • Sitges (Barcelona)
  • España
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CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 131 - 147.“Mitos nacionales y transformaciones clásicas” 


La identidad no siempre coincidía con la nacionalidad, y el territorio cultural no siempre encajaba perfectamente dentro de las fronteras del estado nación. En España, por ejemplo, la idea de una expresión específicamente catalana en la arquitectura se formuló ya de manera teórica en la década de 1870 y correspondía a una renovada afirmación de independencia de la lengua castellana y de Cataluña como entidad política y cultural. Gaudí respondió a su manera a estas condiciones con una arquitectura que combinaba una transformación metafórica de los tipos medievales, un aprovechamiento inventivo de las técnicas constructivas autóctonas y una interpretación poética de los mitos y los recuerdos del paisaje local. Gaudí entendía que Barcelona y sus alrededores pertenecían a un mundo mediterráneo más amplio, y sus imágenes no carecían de arcos árabes y africanos. Aunque su propia arquitectura era absolutamente singular, las condiciones que reflejaban eran compartidas por otros arquitectos catalanes, por ejemplo Francese Berenguer y Lluis Domenech i MontanerLas bodegas de Garraf 1888-1890, obra del primero, exploraban la estructura parabólica, la fábrica tosca, lo motivos populares (especialmente en sus extravagantes chimeneas cónicas) y las formas vegetales surrealistas. El café-restaurante 1888 del Parque de la Ciudadela de Barcelona, obra del segundo, combinaba una reinterpretación imaginativa de los precedentes medievales locales con una acentuada articulación de ladrillo, cerchas de acero y una ornamentación de almenas y molduras. En ambos casos, un armazón de racionalismo estructural estaba envuelto en alusiones románticas; el clasicismo no se veía por ningún sitio.


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BENEVOLO L., Historia de la Arquitectura Moderna. Edit. Taurus. Madrid, 1963.


pág.285-350. "El Art Nouveau".


Pág. 329-337. El Modernismo catalán.  El modernismo catalán contó, fuera de Doménech y de Gaudí, con otros arquitectos seguidores, que, sin tener el temperamento poderoso de aquéllos, realizaron obras muy estimables. Las Bodegas de Garraf (1888-1895), sobre las costas del mismo nombre, de Francisco Berenguer, y la Casa Gibert (1915), en el pueblo de San Juan Despí, próximo a Barcelona, de José M. Jujol, son quizá los trabajos más destacados entre la producción de los restantes. Berenguer y Jujol fueron ayudantes muy calificados de Gaudí. También es preciso mencionar una obra de Salvador Valeri, la casa entre las calles Diagonal y Córcega, en Barcelona; el Cau Ferrat, en Sitges, de Francisco Rogent (más por lo que supuso en el ámbito del modernismo literario que por su verdadera importancia arquitectónica), algunos edificios de viviendas de Enrique Sagnier y otros de Puig y Cadafalch, en los que el modernismo llegaría a quedar sofocado por un exceso de evocaciones historicistas.


 Fuera de Cataluña son escasas las obras existentes adscritas a esta corriente. En Madrid, la más importante es el Palacio de Longoria (1900- 1902), construido por José Grases Riera. En Valencia, como se apuntó, aparece toda una escuela seudo modernista, sin duda influida y derivada del modernismo catalán, que no alcanza verdadero valor. En estas obras que aparecen en Valencia durante la década de los veinte, sobre todo, se pierde la jugosidad y elegancia del modelo, complicándose las formas en un barroquismo muy en correspondencia con la exuberancia del arte valenciano.

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