Pág. 530-564.”Formación del Movimiento Moderno en Europa entre las dos guerras. Aproximación a los problemas urbanísticos”
La Administración socialista de Viena a partir del año 1920 constituye el caso más instructivo de un programa masivo de edificación municipal, dirigido sin preocupación alguna por el balance entre inversión y renta. La República austríaca, limitada a sus nuevos confines establecidos por el Tratado de Versalles, tiene una población desproporcionada a los recursos naturales y, para sobrevivir, sólo puede contar con la exportación de los productos industriales; tiene, por lo tanto, necesidad absoluta de disminuir los costes de producción, limitando los salarios, y esto sólo lo puede lograr manteniendo bajos los alquileres de las viviendas. Por esto en Viena - y en menor medida en otras ciudades - la Administración se compromete en un colosal programa de construcción, financiando a fondo perdido con impuestos especiales fuertemente progresivos, de modo que puedan apoyar su carga sobre todo en las clases acomodadas; limitándose a exigir a los inquilinos un alquiler correspondiente a los gastos de administración y conservación.
Sólo en Viena se construyen, mediante este procedimiento, alrededor de 60.000 viviendas, agrupadas en grandes unidades arquitectónicas homogéneas, a menudo formando patios y provistas de numerosos servicios; una de ellas, el Kal Marx Hof (figs. 588 y 589) comprende 1.300 viviendas, con instalaciones deportivas, parvularios, lavanderías, ambulatorios médicos, biblioteca, oficina de correos, comercios; otra, el Sandleitenhof, con casi 1.600 viviendas, posee además una sala para espectáculos. En este programa de construcciones toman parte los mejores arquitectos austriacos, Hoffmann, Holzmeister, Frank y la arquitectura lleva, a menudo, la huella de la monumentalidad wagneriana.
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Un repaso de las propuestas de vivienda colectiva de la década de 1920 quedaría incompleto sin un estudio de Viena. Un censo elaborado en 1917 reveló que casi las tres cuartas partes de las viviendas de Viena eran antihigiénicas y estaban hacinadas. Bajo el mandato del socialdemócrata Otto Bauer se controlaron las rentas, see compraron propiedades privadas para viviendas municipales y se puso en marcha un programa para construir 5.000 pisos al año. Algunos arquitectos como Josef Frank y Adolf Loos, respondieron a la crisis sugiriendo barrios suburbanos de baja densidad de población y casas individuales. Sin embargo, el municipio siguió la directriz de Peter Behrens a favor de supermanzanas colosales con sus propios servicios colectivos. El modelo elegido llegó a conocerse como Hoff (“patio”, pero también “palacio”) una manzana cerrada o semicerrada de una densidad muy alta, y que había de construirse según los modelos tradicionales. Las enormes construcciones resultantes llegaron a conocerse como “fortalezas obreras”, de hecho, el Karl Marx Hoff fue en 1934 escenario de una batalla campal entre las fuerzas de izquierda y las de extrema derecha.
Este último edificio fue proyectado por Karl Ehn en 1927 y se extendía a lo largo de casi un kilómetro; contenía 1382 pisos, más oficinas, lavanderías, espacios libres, una biblioteca, un ambulatorio y zonas verdes. Los enormes problemas de escala planteados por un edificio de este tamaño se resolvían de una manera algo torpe, adoptando una disposición de bloque lineal que se articulaba después mediante arcos de entrada con torres macizas de remate. El conjunto tenía cierto carácter de viaducto o de muralla, de hecho, estos dos prototipos históricos serían la inspiración de los urbanistas posteriores, que intentaron proyectar unités a esta escala. El estilo de Karl Marx Hof era un descendiente monumental y algo desgarbado de la Escuela de Wagner. Un historiador afirmaba ver en el edificio un ejemplo de la “jerga épica populista”.
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