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La Casa Rascainfiernos, diseñada por el arquitecto madrileño Fernando Higueras, es una vivienda subterránea situada en el madrileño barrio de Chamartín, que rompe completamente con los conceptos tradicionales de la arquitectura residencial. En lugar de elevarse hacia el cielo, como un rascacielos, la casa se hunde bajo tierra, de ahí el nombre "rascainfiernos". El arquitecto excavó un espacio cuadrado de 9 x 9 metros en su jardín, donde luego creó este refugio subterráneo que sería su estudio y también se convertiría en su hogar hasta el final de sus días en 2008. (La casa alberga actualmente la Fundación Fernando Higueras, presidida por Lola Botia).


 Higueras fue desde sus inicios un disidente. No creía en la arquitectura moderna. Tenía un enorme aprecio e interés por la arquitectura vernácula, admiraba la bella funcionalidad de una arquitectura creada en total equilibrio con el entorno. Usaba la luz, la sombra y el volumen para encontrar "la armonía", sin nunca dejar de lado la vegetación. Proponía volver a las cuevas, volver a los inicios. Al momento de construir su propia vivienda, siguió sus preceptos de forma literal y creó el Rascainfiernos, en su ingenioso humor, era la contraposición a un rascacielos.


 Estaba obsesionado con la luz cenital, es una constante en sus trabajos. Por lo que en su hogar subterráneo, la luz sigue siendo el principal elemento. A través de cuatro tragaluces de 2x2 metros cada uno (formando un cuadrado de 4x4) la luz natural baña todos los espacios, creando un ambiente luminoso y agradable para vivir.


 La casa-estudio se organiza en dos plantas de sótano, la planta superior se dispone en forma de «L» creando un espacio central de doble altura. A pesar de estar enterrado a 7 metros de profundidad, el hábitat posee una calidad espacial que invita a quedarse. Ofrece las condiciones perfectas; se disfruta de un silencio absoluto y por la inercia térmica del terreno la eficiencia energética del hábitat es extraordinaria. La temperatura ambiental es muy estable durante todo el año, manteniéndose fresca en verano y cálida en invierno.


 Uno de los aspectos más interesantes de la Casa Rascainfiernos es su concepto de sostenibilidad, algo que hoy es de vital importancia, pero que en su momento fue una apuesta visionaria. La idea de enterrar la casa no solo es eficiente desde el punto de vista energético, sino que también demuestra una filosofía de respeto por el entorno. La naturaleza no se altera ni se ve invadida por estructuras que rompen su armonía, sino que se integra sutilmente en el paisaje. 


Evelia MONTOYA

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