Inprimatu

BENEVOLO, L., Historia de la Arquitectura Moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Pág. 530-564.”Formación del Movimiento Moderno en Europa entre las dos guerras. Aproximación a los problemas urbanísticos” 


La Administración socialista de Viena a partir del año 1920 constituye el caso más instructivo de un programa masivo de edificación municipal, dirigido sin preocupación alguna por el balance entre inversión y renta. La República austríaca, limitada a sus nuevos confines establecidos por el Tratado de Versalles, tiene una población desproporcionada a los recursos naturales y, para sobrevivir, sólo puede contar con la exportación de los productos industriales; tiene, por lo tanto, necesidad absoluta de disminuir los costes de producción, limitando los salarios, y esto sólo lo puede lograr manteniendo bajos los alquileres de las viviendas. Por esto en Viena - y en menor medida en otras ciudades - la Administración se compromete en un colosal programa de construcción, financiando a fondo perdido con impuestos especiales fuertemente progresivos, de modo que puedan apoyar su carga sobre todo en las clases acomodadas; limitándose a exigir a los inquilinos un alquiler correspondiente a los gastos de administración y conservación. 


 Sólo en Viena se construyen, mediante este procedimiento, alrededor de 60.000 viviendas, agrupadas en grandes unidades arquitectónicas homogéneas, a menudo formando patios y provistas de numerosos servicios; una de ellas, el Kal Marx Hof (figs. 588 y 589) comprende 1.300 viviendas, con instalaciones deportivas, parvularios, lavanderías, ambulatorios médicos, biblioteca, oficina de correos, comercios; otra, el Sandleitenhof, con casi 1.600 viviendas, posee además una sala para espectáculos. En este programa de construcciones toman parte los mejores arquitectos austriacos, Hoffmann, Holzmeister, Frank y la arquitectura lleva, a menudo, la huella de la monumentalidad wagneriana. 


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CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 241-255“La comunidad ideal: alternativas a la ciudad industrial”


Un repaso de las propuestas de vivienda colectiva de la década de 1920 quedaría incompleto sin un estudio de Viena. Un censo elaborado en 1917 reveló que casi las tres cuartas partes de las viviendas de Viena eran antihigiénicas y estaban hacinadas.  Bajo el mandato del socialdemócrata Otto Bauer se controlaron las rentas, see compraron propiedades privadas para viviendas municipales y se puso en marcha un programa para construir 5.000 pisos al año. Algunos arquitectos como Josef Frank y Adolf Loos, respondieron a la crisis sugiriendo barrios suburbanos de baja densidad de población y casas individuales. Sin embargo, el municipio siguió la directriz de Peter Behrens a favor de supermanzanas colosales con sus propios servicios colectivos. El modelo elegido llegó  a conocerse como Hoff (“patio”, pero también “palacio”) una manzana cerrada o semicerrada de una densidad muy alta, y que había de construirse según los modelos tradicionales. Las enormes construcciones resultantes llegaron a conocerse como “fortalezas obreras”, de hecho, el Karl Marx Hoff fue en 1934 escenario de una batalla campal entre las fuerzas de izquierda y las de extrema derecha.


Este último edificio fue proyectado por Karl Ehn en 1927 y se extendía a lo largo de casi un kilómetro; contenía 1382 pisos, más oficinas, lavanderías, espacios libres, una biblioteca, un ambulatorio y zonas verdes. Los enormes problemas de escala planteados por un edificio de este tamaño se resolvían de una manera algo torpe, adoptando una disposición de bloque lineal que se articulaba después mediante arcos de entrada con torres macizas de remate. El conjunto tenía cierto carácter de viaducto o de muralla,  de hecho, estos dos prototipos históricos serían la inspiración de los urbanistas posteriores, que intentaron proyectar unités a esta escala. El estilo de Karl Marx Hof era un descendiente monumental y algo desgarbado de la Escuela de Wagner. Un historiador afirmaba ver en el edificio un ejemplo de la “jerga épica populista”.


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 KOSTOF, Spiro., Historia de la arquitectura. Alianza Editorial. Madrid 1988. Tomo 3


págs.1211-1262. “Arquitectura y Estado . Los años de entreguerras” 


pág. 1213. La reconstrucción europea.


Pero antes que todo esto estaban las viviendas: este es el mayor tema arquitectónico de la Europa de la postguerra. La escasez era muy pronunciada. Esta era no tanto resultado del destrozo de la guerra - sólo Francia había sufrido realmente en este terreno, habiendo perdido 35.000 viviendas junto con una gran parte de sus establecimientos industriales-, sino que más bien era resultado de la pausa en la actividad constructiva durante el largo período de hostilidades, la incansable aglomeración urbana, y el rígido sistema de control de los alquileres que ahogaba a la iniciativa privada, al menos en Alemania.


Incluso antes de la guerra, las viviendas habían adquirido en Europa el estatus de servicio público. Hasta cierto punto significativo, el terreno, la construcción, y la gerencia de las viviendas de bajo y medio coste, fueron excluidas del mercado especulativo. Su responsabilidad recayó en los consejos municipales, cooperativas, y otras sociedades no lucrativas, y todas ellas comenzaron a establecer nuevos mínimos de decencia. Controlaban la forma y la calidad de lo que se construía, y fijaban el alquiler de las viviendas. Pero ahora la crisis era mucho más severa, tanto en términos de números como de coste anual. La superpoblación del terreno y, por supuesto, la agravada economía, hicieron que los precios subieran bruscamente. Tanto los materiales como la mano de obra se hicieron más caros. Incluso sin ninguna mejora real en la calidad, la casa mínima de 1920 costaba mucho más que antes de la guerra. La respuesta habían de ser las ayudas públicas masivas.


Los subsidios públicos se dieron a grupos de trabajadores y consumidores a los que no les importaba la posibilidad de un beneficioso regreso a la inversión. Esto contrasta con la práctica de Estados Unidos, en donde los subsidios, en aquellos lugares en que fueron ensayados, se daban bajo la forma de exenciones fiscales sobre la nueva construcción, lo que acabó beneficiando a los especuladores. En América, la construcción de iniciativa pública era de hecho muy excepcional estaba restringida a y una serie de ciudades como Nueva York, y a una serie de sociedades, destacando la Amalgamated Clothing Workers. Cuando el gobierno federal se introdujo seriamente en la construcción de viviendas hacia 1932, no lo hizo como una cuestión de política social, sino para refrenar el desempleo. Y lo que es más, insistió en restringir los programas deviviendas a aquellos que estuvieran destinados a derribar barrios ruinosos.


Europa tenía una visión general del problema que iba más allá de los derribos de casas ruinosas o de la ayuda a los pobres. En una década se construyeron casi 5 millones de viviendas con ayuda pública por toda Europa occidental. En algunos países, esta cifra ascendía hasta el 70 por ciento de la totalidad de las casas nuevas. Laclase trabajadora organizada era responsable de una porción considerable de este total. Durante el siglo XIX los trabajadores habían sido aleatoriamente alojados en función de los ímpetus de las sociedades filantrópicas o de los empresarios industriales paternalistas. Ahora las sociedades eran fundadas directamente por los propios trabajadores, o más bien por este estrato social superior que correspondía a la clase artesana tradicional....


...Las unidades de vivienda se organizaban de varias maneras. El esquema de patio siguió siendo popular, pero los pequeños patios cerrados del siglo XIX dejaron paso a unos patios más espaciosos y soleados, en algunas ocasiones abiertos en uno de sus extremos o en las esquinas. La planta general puede ser en H, en U, o incluso en T.La Viena socialista, una de las ciudades que estaban en la vanguardia de esta historia de la vivienda de la postguerra, tiene muchos ejemplos en los que los bloques de apartamentos individuales se disponían alrededor de grandes patios que servían como jardines y campos de deporte. El Karl Marx Hof es un caso bien conocido (Fig. 27.5). Las casas de varios pisos con ascensores no eran aún muy comunes.

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