Inprimatu

GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Pág. 587. Edificios de oficinas


Pág.590. El edificio de oficinas Bacardí, cerca de ciudad de México, 1961


De todos los edificios tardíos de Mies van der Rohe, las oficinas de ron Bacardi, en México (1961), poseen la más sublime instrumentación arquitectónica. El edificio se encuentra en campo abierto, en el camino de la Ciudad de México a Teotihuacan, la ciudad santa de los aztecas.


 En este caso, Mies van der Rohe desarrolló aún más sus métodos de actuación. El exterior: soportes destacados, superficies de vidrio en la fachada y en la planta baja retranqueada. El interior: un único espacio fluido. Éste se lograba gracias a un conocimiento sumamente sutil de cómo alcanzar la perfección mediante las mínimas alteraciones de posición y proporción. Hay algo muy llamativo: el énfasis consciente en la relación entre los planos horizontales, un énfasis que aparece con frecuencia en la obra tardía de Mies van der Rohe.


 El antecedente de este edificio mexicano era una oficina de una planta para la misma firma en Cuba (1958), cuyo techo de hormigón, con una marcada retícula, estaba suspendido sobre el suelo. Los ocho pilares de hormigón de sección menguante se unían con el techo a unos quince metros de las esquinas, de modo que el plano horizontal saliente parecía flotar en el espacio. Una relación similar entre planos horizontales aparece en este edificio de dos plantas para Bacardi en México, donde el acento se pone en el amplio pavimento circundante de travertino, que en determinado lugar se extiende por fuera del edificio.


 La relación de suspensión existente entre los planos horizontales del suelo y el techo se refuerza mediante un recurso aparentemente sencillo: no hay pilares en las esquinas, sino que están muy retranqueados con respecto a los lados cortos del edificio, de modo que a su manera el techo sobresale libremente hacia delante. Así se confiere plena fuerza expresiva a la relación entre las superficies planas del suelo y el techo. En la obra de Jørn Utzon, el plano horizontal se situaría todavía más en primer término como elemento constitutivo de la arquitectura con temporánea.


El vidrio teñido de la planta superior hace que parezca opaco desde fuera y transparente desde dentro. Esto refuerza la interacción de las poderosas verticales negras de acero con la ligereza de todo el edificio.


 En el interior, Mies van der Rohe siguió de nuevo el principio de formar un único espacio fluido, como había hecho desde la casa Tugendhat en Brno (1930) hasta la casa Farnsworth cerca de Chicago (1950). El espacio rodeado de vidrio, aunque está cubierto, actúa como un patio. El espacio para el personal administrativo se organiza a ambos lados de la galería circundante. En los extremos cortos, las salas de reuniones están delimitadas por paredes de madera de cedro. Unas escaleras ligeras conducen desde la planta baja abierta hasta los espacios de trabajo de la planta superior.


 Estrechamente ligado al edificio Bacardi en Cuba está el proyecto de Mies van der Rohe para la Galería del Siglo XX en Berlín, 1963. En este caso, los pilares están colocados muy lejos de las esquinas; esto, junto con el retranqueo de las fachadas de vidrio, refuerza la relación de suspensión entre los diferentes niveles de la cubierta, la plataforma y la calle. El edificio se proyectó para situarse en un nivel elevado, que como muestra la sección contiene un sótano que alberga la colección principal. El vestíbulo acristalado del nivel de entrada sólo acoge exposiciones temporales.

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