Más allá de los sistemas planteados por la arquitectura realista, como los clustrers, los mat-buildings o las intervenciones sobra arquitecturas preexistentes la cultura pop ha creado sus propios mecanismos para configurar escenarios – interiores, instalaciones artísticas, decorados para el cine, edificios, obras de arte en el espacio público, parques e intervenciones urbanas- siguiendo una mentalidad pedagógica, utilizando objetos encontrados y enfatizando los iconos de la cultura de consumo. Si la arquitectura del realismo se basa en diferenciar realidad y representación, la cultura pop se inspira en la realidad pero crea a partir de su representación. A pesar de su ambigüedad en relación con la sociedad de consumo norteamericana y sus iconos -según cómo criticados e ironizados y según cómo ensalzados y recreados-, el movimiento pop norteamericano tuvo manifestaciones muy críticas, como la obra literaria y periodística de Hunter S. Thompson(1937-2005), especialmente su novela Miedo y asco en Las Vegas, que narra las peripecias de dos indeseables cargados hasta la coronilla de todo tipo de drogas, que se pasean por los escenarios de Las Vegas creando continuamente conflictos. La lógica de la arquitectura y el urbanismo espontáneo ha tenido su correlato en el arte pop: en los sistemas de objetos encontrados en la vida cotidiana contemporánea presentes en las pinturas y cajas de embalaje de Andy Warhol; en los objetos, salas y esculturas en el espacio público de Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen; en las recreaciones en relieve de fragmentos de la vida cotidiana creados por Tom Wesselman; o en los interiores y espacios públicos de Robert Venturi y Denise Scott Brown. Todas estas obras proponen una nueva sensibilidad que, heredera del realismo y del surrealismo, imagina una experiencia chocante y hedonista, basada en el recorrido entre piezas dispersas y diversas, en el habitar en escenarios hechos de elementos expresivos y estimulantes, distorsionados en su escala, cargados de signos, con muy distintas epidermis y texturas; piezas que son entendidas como escenas diversas dentro de un todo. Encontramos también los sistemas de objetos pop en los interiores que aparecen en las películas de Pedro Almodóvar, en las que se recurre a una serie de personajes arquetípicos (que se inicia con Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón, 1980), para cada uno de los cuales se desarrollan repertorios de colores, vestidos, objetos e interiores. Es un realismo esencialmente pop, no estrictamente verídico, sino maquillado, que recrea el mundo mediático de la imagen y que defiende una naturaleza artificiosa, retocada y transmutable, ex`resada mediante estereotipos, travestismo y retoques de cirugía estética.