Y en tercer lugar, tenemos el espacio virtual o ciberespacio. El que utilizan arquitectos, ingenieros, diseñadores, músicos, etc., para proyectar y crear en el ordenador. El que puede conectar distintos espacios de edificios mediante sistemas computerizados, sin necesidad de recurrir a los espacios tradicionales en los que cada actividad tiene su sala y cada compartimiento está conectado por elementos peatonales y físicos. Ese lugar impalpable, que configuran los que hablan por teléfono o los cibernautas que se mueven a través de la infinita telaraña de Internet.
En diez años hemos pasado de hablar de las cualidades del lugar y la magia de las heterotopías," a aceptar el anonimato de los no lugares, la frialdad de la realidad virtual, la promesa de un ciberespacio que es puro presente este término que William Gibsoninventó en su novela Neuromante (1984), con unos seres nómada prótesis artificiales, que malviven en los hoteles, en las entrañas de redes informáticas tridimensionales y en lanzaderas espaciales.
Tanto los no lugares como, sobre todo, el espacio virtual, se nos presentan con todo su carácter seductor -por la promesa de posibilidades y transformaciones inimaginables-, pero también con una cantidad de aspectos ocultos y negativos.
No hay duda de que el espacio virtual constituye la más alta creación de la ambición humana, configurando un mundo laico totalmente fuera de las leyes de la naturaleza. Si Claude Lévy-Strausshabía considerado la ciudad como la máxima creación del hombre, ahora podemos señalar al ciberespacio no sólo como la máxima creación de la inteligencia y la ciencia sino también de la imaginación y la ficción, de la capacidad del hombre para soñar y crear.
Sin embargo, frente al optimismo de personas como Bill Gates, presidente de Microsoft, William Mitchell, autor de City of bites(1995)" o Javier Echevarría, profeta de la "Telépolis", autores muy diversos como Herbert I. Schiller, Micha Bandini o Vicente Verdúhan señalado algunas de las contrapartidas ocultas del mundo virtual. En realidad, se trata de un "nuevo mundo" que se constituye como la más alta meta alcanzada por la sociedad estadounidense. El mito de la frontera y de la continua colonización, que ha sido el motor de Estados Unidos, llega a su más alto objetivo poblando todos los mercados, todas las redes de intercambio de información, todos los nuevos modos de relación y todas las mentes. Una sociedad metropolitana que tiende a rechazar los contactos corporales y que se basa en la desconfianza, el individualismo utilitarista y el consumo, ha conseguido imponerse. La cultura de la comunicación electrónica, pensada para tejidos formados por viviendas aisladas, segregadas en periferias suburbanas de baja densidad, tradicional y de la comunicación física. Se impone sobre otras culturas del espacio urbano.
Evidentemente, la esencia de Internet y otras futuras redes internacionales de comunicación es su acceso libre tal como lo ha sido la del teléfono. Se puede potenciar, incluso, que todas las escuelas, bibliotecas e instituciones públicas dispongan de acceso a Internet. Y, de hecho, dichas redes cibernéticas pueden dar facilidades de trabajo a jóvenes expertos radicados en las periferias o pueden servir para coordinar organizaciones alternativas no gubernamentales.
Pero aunque estos nuevos medios de comunicación posean esta genuina vocación democrática, no hay duda de que existe una relación entre riqueza y acceso a los ordenadores. En un planeta en el que la mitad de sus habitantes nunca ha utilizado un teléfono, se está creando una nueva elite que, siguiendo las pautas de un darwinismo feroz, va a controlar la mayor parte de las vías de acceso al trabajo y a la riqueza, excluyendo a los que no están capacitados social, económica, intelectual o funcionalmente, para tener fácil acceso al mundo informático.
Para los más entusiastas, la conectividad, la telepresencia, las ágoras electrónicas, los ciberorganismos y las ciudades de los bits nos están permitiendo entrar en una nueva era en la cual los sistemas de telecomunicación, los contactos incorporales, la inmaterialidad, la antiespacialidad y la asincronía van a ser las pautas dominantes. Para otros, críticos radicales, en cambio, la sociabilidad, las costumbres comunitarias, el contacto humano, la espacialidad física, la estructuración y equilibrio típicos de las peatonalizadas ciudades europeas, la tolerancia hacia los otros, la capacidad de reivindicación, asociación y rebeldía, son valores imprescindibles que están siendo puestos en peligro por un nuevo sistema elitista, individualista, fragmentario y consumista. En cualquier caso, se deben desarrollar perspectivas que sean críticas con la hegemonía de la tecnología y sus sistemas de dominación.
¿Cuál es el alcance de la crisis de la idea ya convencional de lugar ante el acoso de una nueva realidad basada en arquitecturas nómadas, espacios mediáticos, no lugares e interconexiones en el ciberespacio? ¿Se disolverá la arquitectura como espacio y la ciudad como estructura articulada o, por el contrario, siempre se necesitarán el espacio y el lugar por su función de legibilidad e identidad? En el futuro, los contenedores, con interiores poblados por sistemas de objetos, no configurarán ya un espacio sino un ambiente mediático; el protagonismo, entonces, ya no será de la arquitectura sino de la ingeniería y del diseño industrial. En cualquier caso, al concepto central de lugar le ha surgido recientemente la contraposición del no lugar. De todas formas, los conceptos y experiencias del espacio y el lugar están en continua transformación e, incluso, disolución. El lugar y el no lugar -como el espacio y el antiespacio- son polaridades límite. El espacio casi nunca es delimitadamente perfecto de la misma manera que el antiespacio casi nunca es infinitamente puro. Tampoco el lugar podrá nunca ser completamente borrado ni el no lugar se cumple nunca radicalmente. En nuestra condición presente, espacios, antiespacios, lugares y no lugares se entrelazan, complementan, interpenetran y conviven....
págs.115-140 “Tipo y estructura. Eclosión y crisis del concepto de tipología arquitectónica”
Estructura es otro de los conceptos básicos de la arquitectura -en su sentido más material de soporte constructivo y en su sentido más conceptual de ley formal básica-, que pertenece al amplio campo de la filosofía y del pensamiento científico, especialmente matemático. Una de las aplicaciones del concepto de estructura es el gestaltismo o psicología de la estructura y de la forma.
El estructuralismo de la segunda mitad del presente siglo se ha basado en la búsqueda de las leyes profundas que existen debajo de las apariencias superficiales del lenguaje, la sociedad o el arte. Claude Lévi-Strauss señaló que "dentro de la diversidad desconcertante de los hechos que se ofrecen a la observación empírica pueden encontrarse algunas propiedades invariantes diferentemente combinadas". Del mismo modo que el estructuralismo considera que bajo gran número de variaciones superficiales hay una cantidad limitada de estructuras profundas, Aldo Rossi y Giorgio Grassihan hablado de un repertorio limitado de tipologías arquitectónicas.
De esta manera, el concepto de estructura abre un amplio juego de relaciones dentro de la arquitectura. Puede entenderse como estructura constructiva -con la gran diferencia existente entre estructura muraria y estructura porticada- o como estructura espacial. Un primer juego de relaciones, por lo tanto, se establece entre estructura constructiva y estructura espacial. Otro, entre la estructura constructiva y el sistema compositivo: cómo confluye en las fachadas la contradicción entre la deseada isotropía de los edificios y la anisotropía de las estructuras porticadas.
Págs. 159-180. ... La esencia de las ciudades no radica solamente en factores funcionales, productivos o tecnocráticos. Éstas están hechas de muy diversos materiales, entre ellos la representación, los símbolos, la memoria, los deseos y los sueños. Es la superposición continua de muy diversos estratos lo que estructura toda ciudad, reino de la diversidad y la pluralidad, fenómeno que no se puede interpretar de manera unívoca. Ciertos textos se han convertido a lo largo de estas últimas décadas en valiosas guías para orientarse en la búsqueda y delimitación de los materiales que conforman las ciudades.
-Tristes trópicos de Claude Lévi-Strauss.(1955), Partiendo de la admiración de los estructuralistas por los inicios, por la esencia primitiva de toda experiencia humana refleja aspectos esenciales del espacio urbano en el viejo y nuevo mundo: “Para las ciudades europeas, el paso de siglos constituye una promoción; para las americanas, el paso de los años es una decadencia”. Lévi-Strauss señalas los misteriosos factores que nutren la materia de las ciudades: “El espacio posee sus valores propios, así como los sonidos y los perfumes tienen un color y los sentimientos un peso”. Por muy rebelde que haya llegado a ser nuestra mente euclidiana a una concepción cualitativa del espacio, no depende de nosotros que ésta exista
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Págs.26-63. “Sistemas racionales”, El pensamiento racional interpreta la arquitectura como contenedor de actividades, suma de instalaciones, máquina que absorbe la energía del entorno, piezas diversas que se articulan en un ensamblaje mecánico. La arquitectura racionalista partió de la entronización del método: articular distintas masas independientes mediante leyes geométricas claras. Sin duda, las obras producidas por el racionalismo son las que más fácilmente satisfacen a la mente humana: son de fácil comprensión ya que su conformación ha surgido, precisamente, de la estructura de nuestra racionalidad; de ahí su coincidencia con ella y su carácter gratificante. Son las formas que surgen de lo que Claude Lévi-Straussdefinió en El pensamiento salvajecomo la lógica de los ingenieros y científicos, en contraste con la práctica fragmentaria del bricoleur.' Es lo que la cultura del siglo xx ha denominado mecanicismo.
Págs. 148-171.“Dispersión y fragmentación”
La aceptación de la realidad formada de dispersión y diferencia, de la suma, superposición y choque de piezas y fenómenos conduce a los sistemas como recomposición de fragmentos. Según Jacques Lacan, incluso la identidad de cada persona auténtica, está formada por una mirada de imágenes, fragmentos fortuitos que percibimos fuera de nosotros y que configuran un sujeto que no es más que el efecto de una construcción tan fragmentaria como un collage cubista o dadaísta. Esta postura tiene relación con la arquitectura interpretada como lenguaje, con la búsqueda de una posición creativa conceptual en una arquitectura de sintaxis cuya esencia consiste en mostrar sus procesos. La fragmentación es la forma más genuina de la condición dispersa de la postmodernidad y cuando se toma esta condición híbrida como punto de partida, cuando se abandona la tentación de unidad, identidad y metafísica, se recurre a mecanismos de composición que compongan un cierto todo, múltiple y fragmentario, como el mosaico, el collage, el montaje, el ensamblaje o la superposición; se potencia la complejidad general y la individualización de cada parte. La dispersión de saltos y fragmentos, hija del caos, empuja hacia los límites, tal como ha escrito Eugenio Trias. El peligro radica en aceptar y potenciar una realidad desintegrada hecha de fragmentos sin relación.
Teoría y práctica de los fragmentario
En su libro El pensamiento salvaje, Claude LévIs-Strauss, escribió sobre loe métodos culturales dominantes en la creación de objetos y obras: la del ingeniero o científico, que utiliza la razón, trabaja sobre conceptos y estructuras creando sistemas mecánicos basados en la coherencia, la exactitud y la intercambiabilidad de las piezas; y la del bricoleur, quien, como un salvaje o un primitivo, aprovecha los materiales y objetos encontrados, residuos de obras y acontecimientos humanos, y los selecciona, recicla y ensambla haciendo a mano nuevos objetos conformados por partes encontradas. Fueron la vanguardias artísticas las que reinventaron y conceptualizaron estos mecanismos compositivos practicado por dadaístas, surrealistas y cubistas: el collage del artista bricoleur que crea a partir del ensamblaje de fragmentos de procedencia diversa, configurando una nueva criatura. Ello recuerda al engendro que el doctor Frankenstein creó en su fantástico laboratorio a partir de retales humanos, segñun narra la famosa novela de Mary Shelley. Entramos por lo tanto en el terreno del artista bricoleur que puede crear un nuevo tipo de belleza: inédita y convulsa, impactante y sorprendente.
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Y en tercer lugar, tenemos el espacio virtual o ciberespacio. El que utilizan arquitectos, ingenieros, diseñadores, músicos, etc., para proyectar y crear en el ordenador. El que puede conectar distintos espacios de edificios mediante sistemas computerizados, sin necesidad de recurrir a los espacios tradicionales en los que cada actividad tiene su sala y cada compartimiento está conectado por elementos peatonales y físicos. Ese lugar impalpable, que configuran los que hablan por teléfono o los cibernautas que se mueven a través de la infinita telaraña de Internet.
En diez años hemos pasado de hablar de las cualidades del lugar y la magia de las heterotopías," a aceptar el anonimato de los no lugares, la frialdad de la realidad virtual, la promesa de un ciberespacio que es puro presente este término que William Gibsoninventó en su novela Neuromante (1984), con unos seres nómada prótesis artificiales, que malviven en los hoteles, en las entrañas de redes informáticas tridimensionales y en lanzaderas espaciales.
Tanto los no lugares como, sobre todo, el espacio virtual, se nos presentan con todo su carácter seductor -por la promesa de posibilidades y transformaciones inimaginables-, pero también con una cantidad de aspectos ocultos y negativos.
No hay duda de que el espacio virtual constituye la más alta creación de la ambición humana, configurando un mundo laico totalmente fuera de las leyes de la naturaleza. Si Claude Lévy-Strausshabía considerado la ciudad como la máxima creación del hombre, ahora podemos señalar al ciberespacio no sólo como la máxima creación de la inteligencia y la ciencia sino también de la imaginación y la ficción, de la capacidad del hombre para soñar y crear.
Sin embargo, frente al optimismo de personas como Bill Gates, presidente de Microsoft, William Mitchell, autor de City of bites(1995)" o Javier Echevarría, profeta de la "Telépolis", autores muy diversos como Herbert I. Schiller, Micha Bandini o Vicente Verdúhan señalado algunas de las contrapartidas ocultas del mundo virtual. En realidad, se trata de un "nuevo mundo" que se constituye como la más alta meta alcanzada por la sociedad estadounidense. El mito de la frontera y de la continua colonización, que ha sido el motor de Estados Unidos, llega a su más alto objetivo poblando todos los mercados, todas las redes de intercambio de información, todos los nuevos modos de relación y todas las mentes. Una sociedad metropolitana que tiende a rechazar los contactos corporales y que se basa en la desconfianza, el individualismo utilitarista y el consumo, ha conseguido imponerse. La cultura de la comunicación electrónica, pensada para tejidos formados por viviendas aisladas, segregadas en periferias suburbanas de baja densidad, tradicional y de la comunicación física. Se impone sobre otras culturas del espacio urbano.
Evidentemente, la esencia de Internet y otras futuras redes internacionales de comunicación es su acceso libre tal como lo ha sido la del teléfono. Se puede potenciar, incluso, que todas las escuelas, bibliotecas e instituciones públicas dispongan de acceso a Internet. Y, de hecho, dichas redes cibernéticas pueden dar facilidades de trabajo a jóvenes expertos radicados en las periferias o pueden servir para coordinar organizaciones alternativas no gubernamentales.
Pero aunque estos nuevos medios de comunicación posean esta genuina vocación democrática, no hay duda de que existe una relación entre riqueza y acceso a los ordenadores. En un planeta en el que la mitad de sus habitantes nunca ha utilizado un teléfono, se está creando una nueva elite que, siguiendo las pautas de un darwinismo feroz, va a controlar la mayor parte de las vías de acceso al trabajo y a la riqueza, excluyendo a los que no están capacitados social, económica, intelectual o funcionalmente, para tener fácil acceso al mundo informático.
Para los más entusiastas, la conectividad, la telepresencia, las ágoras electrónicas, los ciberorganismos y las ciudades de los bits nos están permitiendo entrar en una nueva era en la cual los sistemas de telecomunicación, los contactos incorporales, la inmaterialidad, la antiespacialidad y la asincronía van a ser las pautas dominantes. Para otros, críticos radicales, en cambio, la sociabilidad, las costumbres comunitarias, el contacto humano, la espacialidad física, la estructuración y equilibrio típicos de las peatonalizadas ciudades europeas, la tolerancia hacia los otros, la capacidad de reivindicación, asociación y rebeldía, son valores imprescindibles que están siendo puestos en peligro por un nuevo sistema elitista, individualista, fragmentario y consumista. En cualquier caso, se deben desarrollar perspectivas que sean críticas con la hegemonía de la tecnología y sus sistemas de dominación.
¿Cuál es el alcance de la crisis de la idea ya convencional de lugar ante el acoso de una nueva realidad basada en arquitecturas nómadas, espacios mediáticos, no lugares e interconexiones en el ciberespacio? ¿Se disolverá la arquitectura como espacio y la ciudad como estructura articulada o, por el contrario, siempre se necesitarán el espacio y el lugar por su función de legibilidad e identidad? En el futuro, los contenedores, con interiores poblados por sistemas de objetos, no configurarán ya un espacio sino un ambiente mediático; el protagonismo, entonces, ya no será de la arquitectura sino de la ingeniería y del diseño industrial. En cualquier caso, al concepto central de lugar le ha surgido recientemente la contraposición del no lugar. De todas formas, los conceptos y experiencias del espacio y el lugar están en continua transformación e, incluso, disolución. El lugar y el no lugar -como el espacio y el antiespacio- son polaridades límite. El espacio casi nunca es delimitadamente perfecto de la misma manera que el antiespacio casi nunca es infinitamente puro. Tampoco el lugar podrá nunca ser completamente borrado ni el no lugar se cumple nunca radicalmente. En nuestra condición presente, espacios, antiespacios, lugares y no lugares se entrelazan, complementan, interpenetran y conviven....
págs.115-140 “Tipo y estructura. Eclosión y crisis del concepto de tipología arquitectónica”
Estructura es otro de los conceptos básicos de la arquitectura -en su sentido más material de soporte constructivo y en su sentido más conceptual de ley formal básica-, que pertenece al amplio campo de la filosofía y del pensamiento científico, especialmente matemático. Una de las aplicaciones del concepto de estructura es el gestaltismo o psicología de la estructura y de la forma.
El estructuralismo de la segunda mitad del presente siglo se ha basado en la búsqueda de las leyes profundas que existen debajo de las apariencias superficiales del lenguaje, la sociedad o el arte. Claude Lévi-Strauss señaló que "dentro de la diversidad desconcertante de los hechos que se ofrecen a la observación empírica pueden encontrarse algunas propiedades invariantes diferentemente combinadas". Del mismo modo que el estructuralismo considera que bajo gran número de variaciones superficiales hay una cantidad limitada de estructuras profundas, Aldo Rossi y Giorgio Grassihan hablado de un repertorio limitado de tipologías arquitectónicas.
De esta manera, el concepto de estructura abre un amplio juego de relaciones dentro de la arquitectura. Puede entenderse como estructura constructiva -con la gran diferencia existente entre estructura muraria y estructura porticada- o como estructura espacial. Un primer juego de relaciones, por lo tanto, se establece entre estructura constructiva y estructura espacial. Otro, entre la estructura constructiva y el sistema compositivo: cómo confluye en las fachadas la contradicción entre la deseada isotropía de los edificios y la anisotropía de las estructuras porticadas.
Págs. 159-180. ... La esencia de las ciudades no radica solamente en factores funcionales, productivos o tecnocráticos. Éstas están hechas de muy diversos materiales, entre ellos la representación, los símbolos, la memoria, los deseos y los sueños. Es la superposición continua de muy diversos estratos lo que estructura toda ciudad, reino de la diversidad y la pluralidad, fenómeno que no se puede interpretar de manera unívoca. Ciertos textos se han convertido a lo largo de estas últimas décadas en valiosas guías para orientarse en la búsqueda y delimitación de los materiales que conforman las ciudades.
-Tristes trópicos de Claude Lévi-Strauss.(1955), Partiendo de la admiración de los estructuralistas por los inicios, por la esencia primitiva de toda experiencia humana refleja aspectos esenciales del espacio urbano en el viejo y nuevo mundo: “Para las ciudades europeas, el paso de siglos constituye una promoción; para las americanas, el paso de los años es una decadencia”. Lévi-Strauss señalas los misteriosos factores que nutren la materia de las ciudades: “El espacio posee sus valores propios, así como los sonidos y los perfumes tienen un color y los sentimientos un peso”. Por muy rebelde que haya llegado a ser nuestra mente euclidiana a una concepción cualitativa del espacio, no depende de nosotros que ésta exista
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Págs.26-63. “Sistemas racionales”, El pensamiento racional interpreta la arquitectura como contenedor de actividades, suma de instalaciones, máquina que absorbe la energía del entorno, piezas diversas que se articulan en un ensamblaje mecánico. La arquitectura racionalista partió de la entronización del método: articular distintas masas independientes mediante leyes geométricas claras. Sin duda, las obras producidas por el racionalismo son las que más fácilmente satisfacen a la mente humana: son de fácil comprensión ya que su conformación ha surgido, precisamente, de la estructura de nuestra racionalidad; de ahí su coincidencia con ella y su carácter gratificante. Son las formas que surgen de lo que Claude Lévi-Straussdefinió en El pensamiento salvajecomo la lógica de los ingenieros y científicos, en contraste con la práctica fragmentaria del bricoleur.' Es lo que la cultura del siglo xx ha denominado mecanicismo.
Págs. 148-171.“Dispersión y fragmentación”
La aceptación de la realidad formada de dispersión y diferencia, de la suma, superposición y choque de piezas y fenómenos conduce a los sistemas como recomposición de fragmentos. Según Jacques Lacan, incluso la identidad de cada persona auténtica, está formada por una mirada de imágenes, fragmentos fortuitos que percibimos fuera de nosotros y que configuran un sujeto que no es más que el efecto de una construcción tan fragmentaria como un collage cubista o dadaísta. Esta postura tiene relación con la arquitectura interpretada como lenguaje, con la búsqueda de una posición creativa conceptual en una arquitectura de sintaxis cuya esencia consiste en mostrar sus procesos. La fragmentación es la forma más genuina de la condición dispersa de la postmodernidad y cuando se toma esta condición híbrida como punto de partida, cuando se abandona la tentación de unidad, identidad y metafísica, se recurre a mecanismos de composición que compongan un cierto todo, múltiple y fragmentario, como el mosaico, el collage, el montaje, el ensamblaje o la superposición; se potencia la complejidad general y la individualización de cada parte. La dispersión de saltos y fragmentos, hija del caos, empuja hacia los límites, tal como ha escrito Eugenio Trias. El peligro radica en aceptar y potenciar una realidad desintegrada hecha de fragmentos sin relación.
Teoría y práctica de los fragmentario
En su libro El pensamiento salvaje, Claude LévIs-Strauss, escribió sobre loe métodos culturales dominantes en la creación de objetos y obras: la del ingeniero o científico, que utiliza la razón, trabaja sobre conceptos y estructuras creando sistemas mecánicos basados en la coherencia, la exactitud y la intercambiabilidad de las piezas; y la del bricoleur, quien, como un salvaje o un primitivo, aprovecha los materiales y objetos encontrados, residuos de obras y acontecimientos humanos, y los selecciona, recicla y ensambla haciendo a mano nuevos objetos conformados por partes encontradas. Fueron la vanguardias artísticas las que reinventaron y conceptualizaron estos mecanismos compositivos practicado por dadaístas, surrealistas y cubistas: el collage del artista bricoleur que crea a partir del ensamblaje de fragmentos de procedencia diversa, configurando una nueva criatura. Ello recuerda al engendro que el doctor Frankenstein creó en su fantástico laboratorio a partir de retales humanos, segñun narra la famosa novela de Mary Shelley. Entramos por lo tanto en el terreno del artista bricoleur que puede crear un nuevo tipo de belleza: inédita y convulsa, impactante y sorprendente.
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