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Retrato de Rousseau a los 41 años pintado por Quentin La Tour

ROUSSEAU, Jean Jacques

  • Escritor, filósofo
  •  
  • 1712 - Ginebra. Suiza
  • 1778 - Ermenonville. Francia

BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs.14-60. 1ªPARTE. LA FORMACIÓN DE LA CIUDAD INDUSTRIAL. “La Revolución Industrial y la arquitectura (1760-1830)”


Rousseau atribuye el poder político a la «voluntad general» de la comunidad; esta voluntad general consiste en aquello que es común a la voluntad de los diversos individuos, salvadas las diferencias debidas a los intereses personales. A fin de que la voluntad general pueda manifestarse, conviene que los ciudadanos juzguen cada uno por cuenta propia; de este modo las diferencias personales «se destruyen mutuamente, quedando la voluntad general como suma de las diferencias».


“Pero cuando se crean asociaciones particulares a expensas de la comunidad, se transforma la voluntad de cada una en voluntad general, respecto a sus miembros, y en voluntad particular, respecto al Estado; puede decirse entonces que no hay ya tantos votantes como hombres, sino únicamente tantos como asociaciones. Las diferencias llegan a ser menos numerosas y ofrecen un resultado menos general. Al final, cuando una de estas asociaciones llega a ser tan grande que prevalece sobre todas las demás, no tendréis como resultado una suma de pequeñas diferencias, sino una diferencia única; ya no existe entonces voluntad general. y la opinión que prevalece es sólo una opinión particular. Resulta, pues, necesario, para alcanzar realmente la expresión de la voluntad general, que no exista en el Estado ninguna sociedad particular, y que cada ciudadano piense siguiendo exclusivamente su propio juicio”.


La «voluntad general» de Rousseau es un concepto teórico; en la actuación práctica, el Estado autoritario ocupa pronto su lugar y. al no tropezar en su camino con la resistencia de ninguna sociedad particular se convierte en juez único de lo que debe entenderse por público o por privado. De este modo la democracia se transforma en tira-nía, sin que los términos aparentes del razonamiento deban ser alterados, ya que al ciudadano «podrá obligársele a ser libre» como dice Rousseau en una frase cuya trágica ironía podemos apreciar hoy en su totalidad.

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