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BENEVOLO L., Historia de la Arquitectura Moderna. 


Págs. 125-149.“Ingeniería y arquitectura en la segunda mitad del siglo XIX” .


Flaubert, en su Diccionario de las ideas corrientes, apunta esta definición:"Arquitectos: todos imbéciles –se olvidan siempre de las escaleras".


E. Trélat (1821-1907), va más allá y, sin esperar las reformas, funda, en 1864, una escuela privada, la Ecole Centrale d’Architecture, frecuentada por jóvenes ingenieros, contratistas y pocos arquitectos, donde se imparte una enseñanza rigurosamente técnica.


La Academia, por su cuenta, se atiene a las costumbres didácticas tradicionales y defiende la existencia de la casta de los arquitectos. En 1866, C. Daly escribe que, dando una importancia excesiva a la cultura científica y técnica, se llegaría <> Por otra parte, el enfrentamiento no puede evitarse en la práctica: los arquitectos no pueden ser considerados como simples artistas, tienen que fijar su función profesional y tienen que adquirir, por lo menos, la suficiente preparación científica como para colaborar con los ingenieros. El reglamento de 1867 refleja estas incertidumbres; confirma la orientación tradicional de los estudios, pero mantiene algunas de las enseñanzas sistemáticas exigidas por los racionalistas y define la figura del arquitecto, instituyendo un diploma que cierra el período de libertad profesional empezado en 1793.


El diploma sirve, evidentemente, para consolidar una situación comprometida, pero deja a los arquitectos en campo abierto, transformándolos de artistas en profesionales, haciendo inevitable un ajuste de cuentas entre la cultura académica y la realidad.


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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 21 - 31.“La idea de una arquitectua moderna en el siglo XIX” 


Podría decirse que el concepto de una arquitectura moderna fue anterior en varias décadas a las condiciones que harían del hecho mismo de la arquitectura moderna algo probable, por no decir necesario. La propia idea se basaba en una visión historicista de la evolución del mundo derivada de filósofos como Hegel, quién concebía los hechos de la cultura como expresiones directas de un espíritu histórico evolutivo. Esa noción se entrecruzada con otra según la cual un estilo moderno podía ser una expresión directa de la función y la estructura. Ya en 1828, el teórico alemán Heinrich Hubsch a dispuesto el caso de las formas basadas en la necesidad: “un esqueleto estrictamente para el nuevo estilo”En la década de 1830, Schinkel aludió a la idea de expresar la construcción directamente, sin filtros estilísticos, pero rehuyo el funcionalismo aduciendo que carecía de lo” histórico y lo poético”. Al manejar el pasado, Schinkel tenía muy claro que la limitación de las formas antiguas resultaba insuficiente, qué un nuevo elemento debe incorporarse al nivel más elevado de la idea guía arquitectónica, y qué debería producirse una profunda transformación. Dilemas similares volvieron a flotar hacia mediados del siglo en los escritos del teórico francés César Daly y del alemán Gottfried Semper.A ambos las preocupaba la definición de las relaciones entre la construcción, la artesanía y el lenguaje arquitectónico en el pasado, así como la base teórica de un posible lenguaje de su propia época. Siempre era escéptico con respecto a la idea de deshacerse de lo procedente( se quejaba de los futuristas y esquemáticas), pero también recelaba de la imitación servil punto adoptó una visión a largo plazo de la historia de las formas, estudiando los modelos en que los tipos básico podrían interpretarse de manera novedosa, periodo por periodo, y trato de alcanzar una definición del presente trazando paralelismo con el pasado. 


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COLQUHOUN Alan., La arquitectura moderna. Una historia desapasionada. Gustavo Gili.Barcelona. 2005. 


Págs. 13-33.“El Art Nouveau, 1890-1910” 


El movimiento arts Et crafts y su vástago, la casa inglesa “free-style” fueron capaces de obtener una influencia considerable en el desarrollo del art nouveau. Pero también había otra influencia en el trabajo –el uso del hierro como medio de arquitectura expresiva. El rol del hierro en la arquitectura había sido central en los debates entre arquitectos tradicionalistas y arquitectos progresivos-positivistas en Francia durante el siglo XIX. El debate se estimuló en parte por los proyectos de los ingenieros de Saint-Simon y los empresarios que eran en gran parte responsables por haber dejado de lado la infraestructura técnica francesa en las décadas de 1840 y 1850, y en parte por las discusiones en la revista progresista Revue de l’Architecture bajo la recacción de César-Denis Daly (1811-1893). Pero fue principalmente a través de las teorías y diseños de Viollet-le-Duc que comenzase a asociarse el hierro con la reforma de las artes decorativas, y que un movimiento decorativo idealista se convirtió en parte de la tradición estructural positivista.


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 GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Págs. 186-302. La evolución de las nuevas posibilidades.


Pág.230. El cisma entre arquitectura y tecnología.


La indiferencia inconsciente de la construcción. Fue Jean-Baptiste Rondelet - el teórico cuyo trabajo sobre el Panteón de París impidió su derrumbe -quien primero insistió. en que las técnicas científicas tenían que desempeñar un papel importanteen la arquitectura. Su Discours pour l'ouverture du cours de construction à l'École spécialed'architecture(1816) sostenía que a los métodos constructivos se les debía permitir tener, en el carácter de los proyectos de edificios, una influencia mayor de la que habían tenido hasta entonces. En adelante, los ingenieros fueron invadiendo paulatinamente el terreno de los arquitectos. De manera completamente inconsciente, durante el siglo XIX los constructores desempeñaron para los arquitectos el papel de exploradores; los nuevos recursos que seguían ofreciendo continuamente a los arquitectos forzaban a éstos a aventurarse por caminos inexplorados. Los constructores quebraron el formalismo ritualista y artificial de los arquitectos, y golpearon bruscamente la puerta de su torre de marfil. Una de las funciones principales de la construcción sigue siendo todavía proporcionar a la arquitectura estímulos e incentivos para su nuevo desarrollo.


La exigencia de una nueva arquitectura Con la aceleración del avance de la industria a mediados del siglo XIX, resultaba evidente la sensación, por parte de los arquitectos, de que su privilegiada posición estaba amenazada y de que las tradiciones de su arte se habían quedado anticuadas. Esta ansiedad fue creciendo en intensidad con el progreso de la industrialización. Pero las formulaciones coetáneas de esta sensación tienen más interés que cualquier deducción abstracta que pudiésemos hacer al respecto. Citemos en primer lugar algunas muestras de esa esperanza en una nueva arquitectura que suscitó la aparición de las nuevas posibilidades.


1849.-“Una nueva arquitectura, un estilo nuevo, que nos saque de la esterilidad y del servilismo de la copia: eso es lo que todo el mundo exige; es lo que el público espera..”


1849.-“La nueva arquitectura, dice el señor Jobard, es la arquitectura de hierro. [...] Las grandes revoluciones arquitectónicas siempre han seguido a las revoluciones sociales; sólo se hacen unos cuantos cambios en los intermedios, sean lo largos que sean. Nos limitamos a reelaborar lo antiguo [...] hasta que un contratiempo radical haga tabla rasa con las escuelas e ideas banales 


Hay grandes épocas en la arquitectura igual que hay grandes épocas geológicas: una nueva familia de plantas o animales sólo aparece tras la desaparición de la antigua. [...l La familia de nuestros antiguos pontífices litotomistas deberá extinguirse como la de los mastodontes y los plesiosaurios para hacer sitio a la nueva especie de los artistas siderurgistas. [...]


Pero, dirán ustedes, ¿dónde encontrar los maestros? [...] No diremos que haya que buscarlos en las filas de esos viejos constructores que, por haber manejado tanto tiempo la piedra y el mortero, deben tener la cavidad cerebral en el mismo estado que las viejas calderas de vapor; para hacer algo nuevo, hace falta gente joven..”


1850.-“La arquitectura nueva existirá el día en que nos sirvamos de los nuevos medios proporcionados por la industria. El empleo de la fundición permite y exige gran cantidad de formas nuevas, como las que se ven en las estaciones, los puentes colgantes y las cubiertas de los invernaderos..”


1867.-Hacia el final del Segundo Imperio francés, Cesar Daly se lamentaba una vez más de la continua influencia de las viejas tradiciones:”Una atmósfera ecléctica envuelve completamente el mundo moderno; todos los pulmones la respiran y, mezclada con nuestra sangre, actúa sobre el corazón y el cerebro de cada uno de nosotros..


1889.-Dos décadas más tarde, la situación apenas había mejorado. Cada vez que aparecían construcciones nuevas e insólitas que despertaban la imaginación por su audacia, volvían a lanzarse los viejos gritos. Incluso el novelista Octave Mirbeau - no muy dado en general a alentar la marcha hacia el futuro - se dio cuenta, tras ver la torre Eiffel y la Galerie desMachines, de que “mientras que el arte busca el intimismo o se aferra a las viejas fórmulas [...], confuso y tímido, con la mirada vuelta aún hacia el pasado, la industria camina hacia delante, explora lo desconocido, conquista las formas. [...] No es en los estudios de los pintores y escultores donde se está. preparando la revolución tan vaticinada y tan deseada. Es en las fábricas..”


 


 


 

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