Los CIAM y el Team X tras la II Guerra Mundial, la doctrina urbana tácitamente aceptada por los arquitectos del movimiento moderno fue promovida por los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM). Los CIAM se habían fundado en 1928 como plataforma internacional del movimiento moderno, al que por entonces se oponían amplios sectores de la profesión. Rápidamente se formaron delegaciones en los distintos países de Europa occidental y América. La primera reunión se celebró en La Sarraz, Suiza, en la casa de Helene de Mandrot, acaudalada mecenas de las artes que había apoyado con entusiasmo el Art Déco hasta que Le Corbusier y Giedion la persuadieron de que abrazase la causa de la arquitectura moderna (y que encargara a Le Corbusier una casa en Le Pradet, cerca de Tolón, el año siguiente)." Se celebraron otras cuatro reuniones más antes de la II Guerra Mundial. La vivienda y el urbanismo se convirtieron pronto en el principal foco de atención de esos congresos. Los primeros debates reflejaban el conflicto entre los izquierdistas, que entendían el movimiento como uno de los brazos de la revolución socialista, y los liberales, para quienes los objetivos del movimiento eran primordialmente culturales y técnicos. A partir de 1930, cuando la mayoría de los izquierdistas se trasladaron a Rusia, los CIAM estaban cada vez más dominados por Le Corbusier y por el secretario general de la organización, el citado Sigfried Giedion. La doctrina urbana de los CIAM quedó consagrada en la Carta de Atenas. Publicada por Le Corbusier en 1942, cuando Francia estaba bajo la ocupación alemana, este documento era una versión sustancialmente modificada por Le Corbusier de las actas no publicadas de la 4" reunión de los CIAM, que había tenido lugar a bordo del vapor Patris en su travesía desde Marsella hasta Atenas en 1933
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Pág.666. LOS CONGRESOS INTERNACIONALES DE ARQUITECTURA MODERNA (CIAM )
Y LA FORMACIÓN DE LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA.
Los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) no se fundaron para proteger los derechos de la profesión; ésta es la labor de las grandes organizaciones oficiales de arquitectos. El propósito de los CIAM era establecer el derecho de la arquitectura contemporánea a su propia existencia frente a las fuerzas antagonistas de los círculos arquitectónicos oficiales, que controlaban las principales empresas constructivas. El objetivo de los CIAM era abordar problemas que no podían ser resueltos por un solo individuo. Ésta es aproximadamente la definición que dio Le Corbusier al propósito de los C.I.A.M
En febrero de 1928 recibí una carta de la señora Hélène de Mandrot, en la que me decía que iba a visitar Zúrich. El propósito de esta visita era organizar una reunión de arquitectos relacionados con este nuevo movimiento en su château de La Sarraz, unos cuantos kilómetros al norte del lago de Ginebra, en el cantón de Vaud. La señora De Mandrot ya había hablado de esta posibilidad con Le Corbusier y otros amigos (Pierre Chareau, Gabriel Guévrékian y otros) en París. El término ‘congreso’ debía emplearse en su sentido original: ‘trabajar conjuntamente’. Sería un congreso de colaboración, no un congreso en el que cada cual informase sobre su propio campo específico.
Tres circunstancias favorecieron esta unión internacional de jóvenes arquitectos. Una fue la iniciativa de Hélène de Mandrot, que había fundado la Maison des Artistes y ya había organizado una reunión de jóvenes pintores. Ahora invitaba a jóvenes arquitectos de Bélgica, Alemania, Francia, Holanda, Italia, Austria, España y Suiza a reunirse en un lugar neutral situado en el centro de Europa.
La segunda fue el escándalo que había provocado el concurso para la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra. Le Corbusier había obtenido el primer premio ex aequo: su proyecto era superior a los demás en todos los sentidos. Como fruto de las intrigas por parte de un profesor de la Académie des Beaux-Arts, el político más influyente de la Sociedad de Naciones, Aristide Briand, declaró que sólo aceptaría un edificio de estilo académico. Por eso el premio no se le otorgó a Le Corbusier y se levantó un muro en contra de la arquitectura contemporánea. Parecía imperativo crear una nueva organización, los CIAM , para reivindicar la libertad de la concepción arquitectónica y apoyarla siempre que fuese necesario, de modo que no pudiese repetirse el caso de Ginebra.
La tercera razón –que se reveló decisiva– fue la necesidad de proporcionar a los arquitectos desesperadamente aislados en varios países una base ideológica y un apoyo profesional que les permitiese afrontar problemas especiales y defender su planteamiento.