El texto del presente capítulo reflexiona sobre la transformación que se llevó a cabo en la ciudad de finales del siglo XIX, sometida cada vez más a un proceso tecnológico e industrializado. Ciudades como Paris, Viena, Glasgow, Bruselas, Barcelona o Chicago sufren en el fin de siglo un proceso destacable de transformación hacia nuevas formas y nuevas jerarquías urbanas, con la creación de nuevos paisajes urbanos intermedios. La utilización del hierro y del cristal en la construcción, hace que la manera de concebir los espacios y los edificios varíe de forma importante, conviviendo durante un primer momento los caparazones exteriores de piedra y ladrillo con el entramado metálico en el interior, dando en ocasiones unos magníficos resultados. Pero este intento de conciliación entre la ingeniería y la arquitectura, tiene su campo de desarrollo más importante en la llamada Escuela de Chicago. Analizándose en el capítulo los debates arquitectónicos de fondo que se llevan a cabo con la construcción de los nuevos edificios en altura, que asombraron el mundo.