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MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011. 


Págs. 115-158. “Metrópolis” 


 Sin embargo, según la masa crítica, cultural y política de las ciudades proceso puede comportar resultados diversos. Puede haber ciudades donde predominen sus museos -como en Londres, París, Helsinki y, especialmente, en las ciudades medias alemanas-, pero si estos museos son activos y mantienen relaciones con los intereses culturales de la ciudadanía, la ciudad no se museifica ni tematiza; lo esencial es que la ciudad continúe viva. Hay ciudades, en cambio, que han interpretado el museo como institución estática, detenida en el tiempo, y han aplicado la misma lógica para su centro histórico. Algunas partes de Venecia, Florencia y Praga son emblemas de una museificación irreversible. Serían ciudades dormidas en la ensoñación de sus colecciones, restauraciones y recreaciones, como Carcasonne en Francia o Tallin en Estonia. La ciudad estadounidense de Williamsburg representa un caso extremo de museificación y tematización algunos de sus habitantes, disfrazados como si vivieran a mediados del siglo XVIII, forman parte cada día de una escenografía histórica.


Optar por la tematización implica dedicar partes acotadas, comprensibles y completas a un tema concreto que se ofrece como atractivo al turismo. Nueva York ha tematizado algunas de sus áreas, como Times Square, según proyecto urbano dirigido por Disney, la empresa madre del entretenimiento como consumo. En España, la ciudad más tematizada es Valencia, que ha confeccionado una imagen más simple y comercial, centrada en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en su costa mediterránea, llena de urbanizaciones y hoteles, y en su parte marítima, puesta en el mercado para dedicarla a la Copa del América (2007) y sus calles convertidas en un circuito de Fórmula 1. Con ello se potencia un crecimiento desmesurado al tiempo que se deja en abandono el centro urbano para que la degradación permita su completa transformación futura. Excusas como el turismo y las obras de las estrellas internacionales de la arquitectura sirven para enmascarar la especulación.


Como resultado del turismo de masas, la tematización comporta una serie de invariantes: exige la máxima facilidad de comprensión para el visitante, lo cual implica simplificar la complejidad de la propia historia para ofrecer un discurso rápidamente transmisible; deben ofrecerse facilidades para recorrer la ciudad en un par de itinerarios turísticos, casi sin bajar del autocar. Funcionalmente, ello significa el predominio de la oferta hotelera y sus derivados, lo que promueve la tipología del hotel como objeto autónomo extraño al tejido urbano y social donde se sitúa. Al mismo tiempo, un sector turístico paralelo y abusivo va creando hoteles por días y semanas en viejos inmuebles de las ciudades históricas y turísticas (tal como sucede en Nueva York, Barcelona o Valencia), de los que previamente se ha ido expulsando a sus habitantes, muchas veces ancianos, mediante la presión ilícita del mob-bing inmobiliario.


    De esta manera se van elaborando entornos hiperreales que ofrecen al visitante una imagen depurada y concentrada del tema de cada ciudad. Y los habitantes reales se van convirtiendo en simpáticos y sonrientes comparsas de un decorado en el que, en definitiva, los argumentos de cada ciudad se van simplificando dentro de una sociedad global que pretende una "estupidificación" genérica, una "disneyficación" del mundo que nivela por lo bajo.

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