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La casa Moriyama se encuentra en Ohta-ku, un barrio residencial del centro de Tokio, en una trama urbana tradicional japonesa densamente poblada. Inspirada en el tejido extremadamente fragmentado de la capital, Ryue Nishizawa proyecta en 2005 una obra que rompe con las convenciones tradicionales de la vivienda, proponiendo una nueva forma de habitar los espacios urbanos densos. Su diseño se basa en la descomposición de los elementos que normalmente formarían una única unidad en una serie de volúmenes independientes, lo que invita a una experiencia más fluida y flexible del espacio.


Este proyecto hace frente al aprovechamiento del espacio en una ciudad altamente densificada como Tokio de forma contraria a lo primeramente lógico. En lugar de cerrar el proyecto hacia adentro o buscar aislarse del contexto urbano, la casa se abre a la ciudad, difuminando los límites entre el espacio privado y público.


En lugar de un volumen compacto, la vivienda esta formada por un conjunto de módulos individuales de diversas dimensiones y alturas en los cuales se albergan los diferentes usos del programa: salas de estar, comedores, cocinas, habitaciones y baños. Cada modulo es independiente lo que genera una serie de patios y corredores vegetales entre las diferentes estancias del conjunto proporcionando un lenguaje entre en interior-exterior y lo natural-domestico. La flexibilidad en el programa es una de las claves del proyecto, las unidades pueden funcionar de forma independiente o conjunta, incluso la convivencia de varias funciones a la vez en un mismo volumen por diferentes propietarios.


El diseño de la Casa Moriyama es un reflejo directo del minimalismo y la pureza geométrica característica de Nishizawa. Los volúmenes se definen por cubos de un blanco puro, esquinas perfectamente acabadas, líneas limpias y generosos ventanales. Una ausencia absoluta de ornamentación ajena a los elementos naturales como árboles, flores y arbustos que brotan de forma aleatoria entre los callejones internos de la parcela. Esta pureza geométrica y uso de un color como el blanco dota de una claridad y ligereza que contrasta con la densidad y pesadez de la trama urbana en la que se encuentra.  


En conclusión, la Casa Moriyama plantea una nueva forma de habitar reinterpretando la densa trama urbana en la que se ubica. No solo llevando al límite la interacción entre lo privado y lo público, sino más importante aún, la relación entre las personas, la convivencia. Dejando a un lado el individualismo, la Casa Moriyama invita a quien la habite a relacionarse con su entorno y su gente.


 


Manuel Alejandro SERNA BARRERA

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