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Conjunto Sorelia

Conjunto Sorelia

  • 1974 - 1975
  •  
  • GOEBERTUS, Billy
  • GONZÁLEZ BOTERO, J.
  •  
  • Bogotá
  • Colombia

BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs. 771-812.”La arquitectura en Latinoamérica”


pág.792. Colombia.


La arquitectura colombiana presenta el resultado más unitario de toda la arquitectura latinoamericana. Después del período de aceptación de los principios del Movimiento Moderno, a partir de los años sesenta la mayoría de los arquitectos colombianos se comprometerán en la búsqueda de una solución de síntesis que, sin olvidar los avances de la arquitectura internacional, tenga en cuenta el legado cultural colombiano y el estado de evolución de las técnicas constructivas autónomas.


 Este vínculo tangible que se intenta establecer entre los avances de la arquitectura moderna, la tradición histórica y la arquitectura popular se expresará con el uso masivo de un material constructivo concreto: el ladrillo. Según una inteligente interpretación de la tradición y a partir de este uso masivo del ladrillo, que se alía de una manera natural a esta arquitectura que pretende ser eminentemente plástica, se dispondrá de los instrumentos para resistir al estilo internacional importado y se podrá crear una fisonomía urbana unitaria. La omnipresencia del ladrillo, sobre todo en Bogotá, potencia un ambiente coloreado y se convierte en el elemento cohesionador de la imagen urbana.


 Y precisamente esta calidad arquitectónica poco común se centrará en la arquitectura intermedia. Colombia nos demuestra que al lado de las obras mayores existe una arquitectura en la que la armonía puede nacer de la medida y del respeto hacia la escala modesta y que la calidad arquitectónica puede desarrollarse fuera de las categorías de excepción, aplicándose esencialmente al hábitat. Conjuntos de vivienda en Bogotá, a base de casas unifamiliares entre medianeras y dos pisos de altura, trabajadas según las posibilidades plástica del ladrillo y la adopción de criterios organicistas —vía Wright o Aalto-, tales como el conjunto Sorelia (1974-1975) (fig. 935) de Billy Goebertus y J. González Botero; la Calleja (1975-1978) de Carlos Campuzano, L. F. Londoño y Hugo Herrera, y el de Santa Teresa (1977-1978) de Jorge Rueda y Carlos Morales, serían una muestra de ello y manifestarían la preocupación por la escala del hombre como garantía de la armonía, por recrear la dialéctica entre la naturaleza y la arquitectura, por crear sensación de amplitud, perspectiva y variedad, y por estructurar los conjuntos según espacios colectivos que caractericen al microgrupo social.


 

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