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MONTANER, Josep María., Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008.


págs.10-25. “La crisis del objeto” 


La pequeña escultura de madera de Alberto GiacomettiProyecto para una plaza (1930-1931) nos da la clave para entender el espacio público de la arquitectura moderna: diversos objetos abstractos colocados sobre una plataforma. Una plataforma urbana que ya había intuido Karl Friedrich Schinkelen algunos de sus proyectos para Berlín. De la escultura de Giacometti pasamos a las cubiertas expresivas sobre plataformas de Jorn Utzon o Kenzo Tange, a los centros de gobierno, como el capitolio de Chandigarh de Le Corbusier, a la plaza de los tres poderes de Oscar Niemeyer en Brasilia, o a experiencias de campus universitarios modernos como el de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)en Ciudad de México (Plan General coordinado por Mario Pani y Enrique del Moral, 1947-1952) y el de la Universidad Central de Venezuela en Caracas (1944-1957) de Carlos Raúl Villanueva.


De hecho, algunas de las mejores lecciones de la arquitectura contemporánea consisten en los espacios creados entre los edificios y combinando edificios: desde las obras de los británicos Denis Lasdun, Alison y Peter Smithson y James Stirling, miembros de la llamada ‘’tercera generación’’, hasta los museos de Hans Hollein, los centros de participación ciudadana en Córdoba, Argentina, de Miguel Ángel Roca, o los espacios urbanos de Paulo Mendes da Rocha en Sao Paulo, Brasil.


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GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Págs. 17-38.“Introducción. La arquitectura de los años 1960. Esperanzas y temores” 


El estado actual de la arquitectura. Volúmenes en el espacio.


En la arquitectura contemporánea, creo que las primeras relaciones de volúmenes en el espacio concebidas intencionadamente pueden encontrarse en el proyecto de Le Corbusier para el centro urbano de Saint-Dié (1945). En él, los distintos edificios están proyectados y colocados de tal modo que cada uno emana y llena su propia atmósfera espacial, y al mismo tiempo cada uno mantiene una estrecha relación con el conjunto.


Hoy en día, los arquitectos afrontan constantemente la tarea de colocar volúmenes de diferentes alturas y formas con relaciones mutuas. Pero el talento para hacer esto escasea cada vez más, quizá porque la configuración del espacio interior se ha considerado durante mucho tiempo la misión suprema de la arquitectura. Incluso los maravillosos patios urbanos y las plazas del Barroco tardío, con sus muros circundantes, eran una especie de espacio interior, cubierto por el cielo.


Nuestra situación es radicalmente distinta. Los muros de cerramiento han desaparecido. Hay torres altas que deben relacionarse con edificios bajos. Se están desarrollando plazas sin muros. Uno de los primeros planes de este tipo es la plaza triangular de los Tres Poderes en Brasilia (1957-1960), en la que el conjunto dominante formado por el Senado, el Congreso y los edificios administrativos establece una relación libre con las construcciones más bajas (el Palacio Presidencial y el Tribunal Supremo), situadas en las esquinas del triángulo. No hay muros: «el juego sabio de los volúmenes en el espacio”.

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