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GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Págs. 65-183. “Nuestra herencia arquitectónica”


Guarino Guarini, 1624-1683


San Lorenzo: la infinitud expresada por medios arquitectónicos. San Lorenzo se construyó para la propia orden de Guarini. La forma básica de la iglesia es un cuadrado de muros macizos. La cúpula es circular. Entre el suelo y la cúpula hay inserto un octógono con los lados curvados alternativamente hacia dentro y hacia fuera, de un modo complejo que sirve para hacer la transición con los elementos superiores. La intención de Guarini era dar satisfacción por medios arquitectónicos a la sensibilidad barroca para el misterio y la infinitud. El periodo barroco se sentía fuertemente atraído hacia construcciones que parecían desafiar la fuerza de la gravedad. Se aprovechaban todas las artes incluyendo hasta el uso de luces de colores  para crear esta emocionante impresión. En la iglesia de Sant'Andrea al Quirinale, de Bernini, la linterna parece estar sostenida en el aire por un ángel.  En San Lorenzo, Guarini usa medios puramente arquitectónicos para desafiar la gravedad: procede de manera convencional hasta alcanzar el anillo de la cúpula; y allí se zambulle enseguida en el reino de la fantasía. Unos arcos de enlace intersecantes se llevan de un punto a otro del anillo como si se tratase de una red tejida por alguna araña gigante; estos arcos se cortan entre sí para definir una especie de estrella de filigrana con una abertura de forma octogonal en el centro. De este modo, se crea la impresión de que la linterna situada por encima de los arcos está mágicamente suspendida en el aire. La realidad es que descansa sobre el octógono formado por su intersección.


La impresión de espacio ilimitado se ha logrado no gracias al empleo de ilusiones perspectivas o a un cielo pintado, sino por medios exclusivamente arquitectónicos. La luz resplandeciente que penetra por esa filigrana en forma de estrella produce el efecto de desmaterializar lo que la rodea. Éste es uno de los infrecuentes casos en los que una sensación de infinitud está producida sólo por medios arquitectónicos.


Relación con obras del siglo X: la Mezquita de Córdoba. Sin temor a equivocarnos, podemos suponer que la cúpula de San Lorenzo nunca se habría concebido si Guarini no hubiese visto las cúpulas del mihrab (el nicho al que han de mirar quienes rezan) de la Mezquita de Córdoba. Estas cúpulas se construyeron hacia finales del siglo X, para ser exactos en el año 965. El mismo método constructivo se empleó en las cúpulas que Guarini usó en San Lorenzo. También éstas se construyeron sobre una base cuadrada, con un sistema de arcos de enlace que se intersecan por arriba para formar una estrella de ocho puntas en la que descansa la linterna suspendida.


Las cúpulas de los nichos para la oración de la Mezquita de Córdoba son los primeros ejemplos conocidos en los que al arco de enlace se le da una función constructiva. Incluso algunos historiadores han afirmado que fue este invento musulmán el que sugirió a los constructores góticos de un siglo y medio más tarde la posibilidad de reemplazar la bóveda maciza por un armazón de nervaduras de piedra. Pero las dimensiones de estas cúpulas musulmanas son modestas en comparación con la atrevida obra maestra de Guarini. Por lo que yo puedo determinar, los arcos de enlace de San Lorenzo se componen de largas piezas de piedra maciza: un método peligroso y laborioso. De hecho, el arquitecto de San Lorenzo exigió de la construcción casi más de lo que ésta podía ofrecer por esas fechas. Ningún arquitecto posterior se atrevió a seguir el precedente que Guarini estableció en esta iglesia. Con San Lorenzo se agotaron las posibilidades técnicas de la época, justo en el momento en que estaba empezando a despuntar la visión de ulteriores avances arquitectónicos. De un modo totalmente espontáneo, nos sentimos impulsados a pensar en lo fácil que sería la solución de este problema con los medios disponibles en la construcción moderna. Pero debemos rechazar tales reflexiones como algo absolutamente ahistórico. La cúpula de San Lorenzo plantea el caso de una visión arquitectónica que se lleva hasta el límite de los recursos constructivos. La situación actual es justo la contraria: tenemos a nuestro alcance posibilidades constructivas que no hemos sido capaces de aprovechar ni mucho menos en toda su extensión.


 

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