Págs. 186-302. La evolución de las nuevas posibilidades.
HACIA EL ENTRAMADO DE ACERO
págs 219-222. El frente ribereño de St. Louis
Edificios comerciales anónimos de los años 1850. Los edificios comerciales con fachadas de fundición y a menudo también con esqueletos de fundición, surgieron por todos los Estados Unidos entre 1850 y 1880, la llamada “era de la fundición". Muchos edificios similares pueden encontrarse también en Inglaterra, especialmente en Liverpool. El dato de si Bogardus fue el primero en introducir este tipo de construcción no puede determinarse en el momento presente. La falta de documentos hace imposible incluso un estudio general de estos edificios; y muchos de ellos eran asombrosamente innovadores y sencillos en su diseño, con lo que mostraban un perfecto conocimiento de las funciones que debían satisfacerse. Con frecuencia estos edificios los construían las fundiciones que producían sus piezas, sin que ningún arquitecto tomase parte en la obra. A diferencia de Bogardus, los propietarios de estas fundiciones no tenían a sus espaldas viajes a Italia ni deseos de inaugurar un historicismo renacentista en hierro fundido.
St. Louis durante la década de 1850. De este desarrollo anónimo vamos a escoger todo un distrito que comprende unos quinientos edificios: el frente ribereño central de St. Louis. Durante más de un siglo, tras su fundación en 1764 como cuartel general del comercio de pieles, St. Louis fue el principal centro comercial de todo el territorio situado al oeste del Misisipi. Su década más próspera llegó en los años 1850: la navegación a vapor estaba en pleno apogeo; las oleadas de gente hacia California y Colorado provocadas por la fiebre del oro estaban en marcha; y acababan de abrirse accesos a nuevas tierras en el valle del Misuri. Por esa época se cree que St. Louis era el tercer puerto del país para barcos de vapor, y hacia 1870 era la cuarta ciudad más grande de los Estados Unidos. El frente ribereño era la antigua zona comercial de la ciudad, y la mayor parte de ella se construyó durante este floreciente periodo. La construcción comenzó tras el gran incendio de 1849 (el año de la gran avalancha de la fiebre del oro de California, para la que St. Louis era una de las encrucijadas) y continuó hasta el estallido de la guerra civil norteamericana.
Decadencia tras la Guerra Civil. Durante los años de posguerra, St. Louis fue perdiendo importancia constantemente, mientras que Chicago llegó a ocupar su lugar como el gran mercado y nudo ferroviario del medio oeste. Finalmente, con la entrada de los ferrocarriles orientales por el puente Eads en 1874 y el declive de la navegación a vapor, el centro comercial de la ciudad cambió y dejó el antiguo frente ribereño en decadencia».
El frente ribereño, medio abandonado, sobrevivió como testigo de uno de los períodos más emocionantes del desarrollo de los Estados Unidos. Algunos de sus edificios comerciales (depósitos de pieles y loza, oficinas de Pony Express y bloques corrientes de negocios) exhibían una arquitectura muy adelantada con respecto a los criterios habituales en la época de su construcción.
Estos edificios comerciales correspondían a varios tipos arquitectónicos, pero incluso cuando adaptaban a la fundición los motivos de la arquitectura de piedra, no carecían de cierta elegancia francesa, como ocurre en el edificio de los números 523-529 de North First Street (hacia 1870-1871, figura 112), situado en el extremo mismo de la zona del monumento a Jefferson. Otro hermoso ejemplo es el almacén de ladrillo de cinco alturas de los números 7-11 de North First Street; sus pisos superiores están agrupados en dos parejas mediante columnas finas; sus superficies lisas recuerdan las formas del estilo románico simplificado que tan célebre llegaría a ser más tarde en manos de Henry Hobson Richardson. Más allá de este último edificio hay construcciones tan sencillas como la de los números 109-111 de North First Street, que más adelante tendremos ocasión de comparar con una de las primeras residencias modernas de Europa, la casa Tassel, en la Rue de Turin, Bruselas, de 1893 (véase la figura 177). Estas construcciones llevaban tan lejos la simplificación de la fachada que las columnas y los dinteles de hierro se convertían en poco más que los montantes y travesaños de una gigantesca ventana que ocupase toda la fachada. Por esta solución, y también por sus excelentes proporciones, el edificio Gantt (1877), en el 219-221 de Chestnut Street (figura 113), merece conocerse como uno de los mejores de todo el periodo. Intenté, en vano, convencer a las autoridades de que los mejores edificios de este distrito eran precursores de los rascacielos de Chicago. Pero la indiferencia de los norteamericanos hacia su propio patrimonio arquitectónico provocó la completa destrucción de todo el barrio, que durante casi veinte años se usó como aparcamiento de camiones, hasta que en 1964 comenzaron las obras del elevado arco parabólico concebido por Eero Saarinen como monumento a Jefferson.