RIVERA, David., “La arquitectura del nazismo” en La otra arquitectura moderna.Expresionistas, metafísicos y clasicistas. 1919 - 1959. Edit. Reventé. Barcelona, 2017.
Págs. 267 – 303."También se encargo del pabellón de Alemania en la Exposición Internacional de París de 1937, el cual, visto de frente, parecía un triglifo gigante y esbelto, una especie de pedestal metafísico coronado por el águila imperial.El propio Speer afirmaba que el diseño del pabellón estaba calculado para resistir el embate simbólico del dinámico pabellón ruso, proyectado por Boris Iofán y situado justo enfrente."
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Págs. 600-620”El compromiso político y el conflicto con los regímenes autoritarios”.
4.- Francia.
A partir de 1934, las revistas e incluso la prensa no especializada hablan sobre todo de la nueva Exposición Universal programada para 1937; es interesante leer una cantidad de reminiscencias históricas sobre las exposiciones del siglo XIX y sobre el arte francés del pasado, donde no se advierte en absoluto ni el cambio de los tiempos ni los nuevos problemas.
El terreno elegido es, como siempre, el Champ de Mars, con el área correspondiente en la otra orilla del Sena, bajo la colina de Chaillot. La conservación de la torre Eiffel queda fuera de discusión, pero surge el problema del tratamiento a emplear respecto al palacio del Trocadero. Al principio se piensa cubrir el exterior del edificio con una nueva arquitectura, luego se decide dejarlo intacto y construir un edificio intermedio en la embocadura del puente de Jena, para presentar el viejo palacio a quien llegue desde el Champ de Mars y por fin se decide derribar el edificio de Davioud y construir en su lugar un nuevo palacio, utilizando en parte sus cimientos. Los concursos convocados para las distintas soluciones ofrecen a los tradicionalistas la ocasión para imaginar piadosas imitaciones del antiguo grand goût e increíbles contaminaciones estilísticas. En 1936 se toma la decisión de construir un nuevo edificio: J. Carlu, L. A. Boileau, L. Azéma proyectan un edificio neoclásico «cuyo carácter sobrio y digno corresponda a la tradición monumental del arte francés». Los artistas y escritores de vanguardia dirigen una protesta a las autoridades «considerando que la solución adoptada representa un verdadero derroche del dinero público y un grave error»; entre los firmantes figuran J. Cocteau, F. Mauriac, H. Focillon, G. Marcel, P. Picasso, H. Ma- tisse, G. Rouault, R. Dufy, M. Chagall, G. Braque, J. Lipchitz, O. Zadkine.
En 1936, el anuncio de la construcción de un edificio de estilo neoclásico suscita todavía grandes controversias, pero al año siguiente las obras de este género -provisionales o permanentes- se multiplican en la capital francesa. Cerca del nuevo palacio de Chaillot, J. C. Dondel, A. Aubert, P. Viard y M. Dastuge construyen el nuevo Museo de Arte Moderno, adornado de escuálidas columnas (fig. 711); Perret, en el cercano Museo de Obras Públicas, utiliza su habitual maestría técnica, pero identifica ya francamente sus pilares redondos con las columnas y sus vigas con las cornisas; en el recinto de la Exposición, el pabellón alemán de Speer y el ruso de Yofan compiten en retórica arqueológica; en este clima, incluso los antiguos funcionalistas se inclinan hacia lo monumental, como se puede ver en los pabellones de Mallet-Stevens.