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FRAMPTON K., Historia crítica de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Pág.180-187.“Le Corbusier y la Ville Radieuse. 1928-1946"


  Cualquiera que fuese la razón última, los elementos técnicos primitivos empezaron a aparecer en su obra cada vez con mayor frecuencia y libertad de expresión a partir de 1930. Primero lo hicieron en la casa Errazuriz, de madera y piedra y con cubierta inclinada, proyectada en 1930 para Chile; más tarde en la villa de muros de mampostería construida para la señora De Mandrot cerca de Tolón en 1931; y finalmente en dos notables obras de 1935 y 1937 respectivamente: una casa de fin de semana, abovedada y de hormigón, construida en las afueras de París, y el pabellón de los Nuevos Tiempos (pabellón des Temps Nouveaux) , de lona sobre una estructura ligera, levantado en la Exposición Internacional de París de 1937. De estos dos últimos, la cubierta de la primera recordaba no solo la casa Monol de 1919, sino, en un sentido más profundo, esa construcción con bóvedas de cañón tan tradicional en el Mediterráneo, mientras que el segundo evocaba no sólo la tienda nómada, sino también la reconstrucción del templo hebreo en el desierto que había elegido como ejemplo para ilustrar los trazados reguladores en Hacia una arquitectura. Con esta serie de obras, el grueso de la expresión dejó de estar en la forma abstracta para pasar a los medios de la propia construcción.


 Págs. 226-233."Le Corbusier y la monumentalización de lo vernáculo, 1930-1960” 


Esta construcción, ejecutada por contratistas locales, está formada por forjados de hormigón armado, sostenidos por muros de mampostería vista de piedra local. Pese al uso de mampostería corriente, las tesis plasmadas habitualmente en nuestras casas vuelven a encontrarse aquí. Esto quiere decir que se hace una distinción muy clara entre los muros de carga, considerados como caballetes que sostienen los forjados, y las paredes acristaladas que rellenan los paños dejados vacíos.


La composición está ordenada según el paisaje. La casa ocupa un pequeño promontorio que domina la llanura situada a espaldas de Tolón, una llanura delimitada por la magnífica silueta de las montañas. Se ha querido conservar la sensación de sorpresa que ofrece el espectáculo inesperado de este inmenso despliegue paisajista, y para ello se han cerrado las habitaciones por el lado de las vistas y se les ha practicado simplemente una puerta que al abrirse desemboca en una escalinata desde donde el espectáculo es como una explosión. Al bajar por la pequeña escalera que conduce al terreno se ve surgir una gran estatua de Lipschitz, una estela cuya palmeta final despliega en el cielo por encima de las montañas.


Le Corbusier. Oeuvre complète, 1929-1934, 1935


Le Corbusier y Pierre Jeanneret ya habían concebido su arquitectura doméstica de la década de 1920 dotada de un fuerte vínculo con el entorno natural, pero nunca habían imaginado que esa conexión pudiera tener lugar a una escala tan monumental. Con esta casa de vacaciones diseñada para Hèlème de Mandrot, construida en las afueras de Tolón en 1931, y con la casa Errázuriz, proyectada en 1930 para un remoto emplazamiento en Chile, empezaron a idear sus obras extendidas por paisajes de proporciones titánicas. El sutil cambio hacia una sensibilidad topográfica contrastaba con su aceptación aparentemente espontánea de la construcción ‘vernácula’ como medio de expresión. Aunque ya habían usado antes los muros de carga, nunca habían proyectado las cualidades expresivas de la mampostería rústica.


Le Corbusier y Pierre Jeanneret habían pensado ya en su arquitectura doméstica de finales de los años veinte como poseedora de un fuerte vínculo con el entorno natural, pero nunca habían previsto que esta conexión tuviera lugar a una escala monumental. Ahora con su mansión de vacaciones diseñada por Héléne de Mandrot y construida en las afueras de Toulon en 1931 y su casa Errazuriz proyectada para un lugar remoto de Chile (1930), empezaron a contemplar sus obras a través de paisajes de proporciones titánicas. Este sutil desplazamiento hacia una sensibilidad topográfica contrastada con su aceptación, aparentemente espontánea de la construcción vernácula como modalidad de expresión. Aunque habían utilizado antes paredes cruzadas de carga, nunca habían explotado las cualidades expresivas de la piedra toscamente desbastada.


 Esta sensibilidad surrealista (véase Magritte y Piranesi) está latente en todo el retorno de Le Corbusier a lo vernáculo, desde la casa Marthes, cerca de Burdeos (1935) que fue construida a partir de planos, sin que el arquitecto visitara el lugar....


La misma justificación de recursos limitados puede alegarse en el caso de las casas Errazuriz y Mandrot, pero sería difícilmente aplicable a la mansión de fin de semana erigida en los suburbios de Paris en 1935. ...


Esta ruptura con la estética dogmática del Purismo (anticipada ya en la pintura de Le Corbusier de 1926) coincide con ese momento conceptual de su carrera en el que empezó a abandonar su fe en el funcionamiento inevitablemente beneficioso de la civilización de la era de la máquina


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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


p.320 La Casa Mandrot en la Pradet (Provenza), de 1929-32, combinaba la "tecnología universal" de la estructura de acero con la artesanía "local" de construcciones de fábrica. La propuesta no construida para la casa Errazuris en Chile (también de 1930) refundía el lenguaje habitual de Le Corbusier a partir de troncos, mampostería tosca y cubiertas de hierba.


Págs.371-391. “Internacional, nacional y regional: La diversidad de una nueva tradición”


Cuando el tema del regionalismo se abordó en la Francia de los años 1930, se hizo normalmente mediante una imitación obvia de los estilos locales o un pastiche de las formas autóctonas de los países colonizados. Esa clase de análisis a fondo de la mecanización y los valores regionales ensayado por Le Corbusier en sus obras rurales francesas, en sus propuestas para el norte de Africa o en sus evocaciones más generales del “campesinismo”, era más la excepción que la regla. En su interés de lo vernáculo Le Corbusier buscaba los tipos y los principios por encima de los ejemplos particulares, ya fuese en la disposición de la planta, el modo de afrontar el sol o la lluvia, o el uso de los materiales. La mezcla de acero y mampostería de la casa de Le Pradet, Provenza (1929-1932) aludía al dilema de combinar los tipos “universales” de la cultura centralizada, urbana y tecnocrática con los tipos vernáculos que habían surgido a lo largo de los siglos en cada región gracias a la aplicación de la habilidad manual a los materiales locales, y en respuesta directa al clima, el paisaje y el modo de vida.

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