Págs. 621-669. ”Formación del Movimiento Moderno en Europa entre las dos guerras. Los progresos de la arquitectura europea entre 1930 y 1940”
3.- Los Países Bajos.
A continuación, Brinkmann y Van der Vlugt aplican el mismo método de análisis, funcional en otros edificios públicos e industriales (un silo en el puerto de Rotterdam; la sede de la Van Nelle, en Leiden, el Banco Mees, en Zoonen, la sede de la Unión teosófica, en Amsterdam) y en numerosos edificios de viviendas; continuando en esta línea, realizan, en 1934, en colaboración con Van Tijen, la primera casa popular alta, según la idea de Gropius, el Bergpolder.
Este edificio se levanta en un barrio popular de Rotterdam, densamente construido en casas de tres y cuatro pisos; las viviendas se concentran en un cuerpo lineal de diez pisos, dejando gran parte del terreno para zona verde. La estructura principal es de acero, mientras los forjados y los cerramientos, que ocupan gran parte de las fachadas, son de madera. Las viviendas, todas iguales, destinadas a familias de cuatro personas, están distribuidas con criterios de rígida economía. En la fachada este se marcan las franjas de las galerías de acceso, mientras en la fachada oeste se abren las terrazas de los distintos pisos, con barandillas enrejadas y toldos inclinables. Por primera vez se instala un ascensor en una casa popular, la cabina es amplia, sin puertas, y se detiene cada dos pisos.
En un edificio tan insólito se han advertido algunos inconvenientes: la excesiva elasticidad de la estructura en acero, la dificultad de pintar periódicamente amplias superficies de metal y la promiscuidad motivada por las terrazas continuas. Estos defectos se corrigen parcialmente en el siguiente edificio construido en 1938, por Van Tijen y Maaskant, el Plaslaan, en un barrio más señorial. La estructura de hormigón armado se deja vista, los pisos, de distintos tamaños y distribuidos con mayor amplitud, tienen una terraza más pequeña, pero más profunda; la simplificación del aspecto externo reduce los gastos de conservación. El terreno es más pequeño que el precedente, pero está situado en un lugar más abierto, a orillas de un lago rodeado de jardines.
En la teoría de Gropius, los bloques de viviendas de diez pisos sirven, sobre todo, para obtener ciertas ventajas urbanísticas, como la mejor utilización del suelo, la mejor distribución de los servicios, economía de calles y de canalizaciones. Estos problemas no han podido abordarse en el Bergpolder y en el Plaslaan, porque los dos bloques fueron insertados en un tejido urbano ya formado, pero se pudo demostrar la inconsistencia de los prejuicios contra este tipo de edificio: el empleo del ascensor no produjo inconveniente alguno, a algunas clases de familias le gustó esta forma de vivir y se confirmó además la conveniencia económica de las estructuras altas, de 10-12 pisos. Todavía hoy el contraste de ambos edificios con el tejido circundante -especialmente el Bergpolder, que surge en un barrio alineado según las calles- choca por su virtual significación urbanística: se evidencia aquí que es posible otro tipo de ciudad, donde la arquitectura no sólo sirva para modular las paredes, sino también para situar libremente en el espacio los volúmenes construidos, y donde los edificios se relacionen directamente con los espacios libres, como el Bergpolder con su prado circundante, donde los niños puedan jugar, lejos del tránsito urbano.
Los detalles constructivos de estos dos bloques, definidos con excepcional franqueza y simplicidad, confirman esta impresión. No cuentan por sí mismos, sino sólo en relación a la composición de conjunto, que define rigurosamente el grado de relieve individual admisible a cada uno.
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Pág. 791. Edificios altos en espacios abiertos
Tanto quienes creen que la ciudad desaparecerá como quienes tratan de conservarla cambiando su estructura están de acuerdo en que el profundo desorden de nuestros días no puede continuar, que el ser humano no puede vivir para siempre en el asfalto. En Europa, los proyectos de quienes estaban haciendo esfuerzos creativos por encontrar una solución a los problemas del urbanismo contemporáneo manifestaban su fe en la continuidad de la existencia de la ciudad; pero mostraban que, para conseguir colocar los barrios residenciales en medio de la vegetación en distritos densamente poblados -lo cual es imperativo-, debe haber una concentración de grupos de edificios altos situados en parques o, en todo caso, en espacios abiertos. Sólo con estos recursos pueden garantizarse las distancias necesarias para que entre la luz y circule el aire en los edificios. Así pues, el principio básico sobre el que trabajaban estos arquitectos consistía en condensar grandes cantidades de viviendas en edificios altos para ganar espacios abiertos y libres que pudiesen usarse como jardines y campos de juegos.
Edificios de viviendas en pastilla. Durante los primeros años 1920 aparecieron en Alemania propuestas de bloques residenciales como pastillas de entre ocho y doce alturas, colocados a considerable distancia unos de otros, pero que tenían al mismo tiempo una densidad de población equivalente a la de los bloques más bajos colocados más próximos en la misma zona.
Este tipo edificatorio -que fue concebido originalmente por Walter Gropius y Marcel Breuer- se reveló como un factor importante para cambiar la estructura de la ciudad existente; implicaba quebrar las filas continuas de edificios a lo largo de la calle en piezas colocadas en ángulo recto con la vía pública y paralelas entre sí, que daban a zonas ajardinadas situadas entre ellas. La primera realización de esta clase de edificios de viviendas en pastilla se construyó en Rotterdam hacia 1934, cuando el arquitecto holandés Willem van Tijen construyó dos bloques de nueve y diez alturas, con viviendas baratas de dos y tres habitaciones. Estos bloques están situados en diferentes partes de las afueras de Rotterdam, en barrios donde los edificios existentes no tenían más de dos o tres alturas. El primero de ellos, el Bergpolder (1933-1934), es un esqueleto de acero y se construyó en un distrito con alta densidad de población. El Plaslaan (1937-1938) estaba situado cerca de unos parques y un lago artificial, rodeado por gran cantidad de espacio abierto, tal como imaginamos que podría ser la ciudad del futuro. Estos edificios como pastillas se incluyeron también en el plan de expansión de Ámsterdam.
Por la misma época, Le Corbusier usó el bloque pastilla para uno de sus planes urbanísticos más hermosos y humanos: la pequeña ciudad colonial de Nemours, en Marruecos, donde los bloques se colocaban libremente en una ladera. Pastillas similares se construyeron a una lujosa escala en Inglaterra: en Highpoint, Londres, obra del grupo Tecton (1936-1938). El proyecto Highpoint recuperaba la antigua tradición inglesa del edificio rodeado por un parque privado y en comunicación directa con él.
Estos esbeltos edificios de viviendas encontraron una fuerte oposición en su momento. La razón era que su forma constituía la expresión de una nueva concepción del espacio. Durante los primeros diez años, su cualidad ligera y abierta resultó muy extraña para el público acostumbrado a los bloques residenciales macizos y pegados al terreno.
Al carecer de la pesada masa de los edificios habituales, estos nuevos bloques les parecían inmateriales a las personas capaces de reaccionar tan sólo a los volúmenes macizos; por eso este tipo de edificio encontró una resistencia emocional que fue responsable de su escasa aceptación. Resulta totalmente incomprensible que la oposición política impidiese construir los bloques de cuatro alturas proyectados por Gropius en Wannsee (Berlín, 1931), con sus terrazas de cubierta, un restaurante y unos jardines en la séptima planta. Si se hubiesen construido, habrían mostrado la habitabilidad de esta forma de alojamiento. En su espíritu, estos bloques son los precursores de la Unidad de Vivienda de Le Corbusier en Marsella (1947-1952), aunque les falta su imaginativo tratamiento plástico.
Cuando Gropius se trasladó a Inglaterra en 1935, trabajó con Maxwell Fry en un interesante proyecto. Una antigua finca perteneciente al duque de Gloucester, en las proximidades del castillo de Windsor, debía urbanizarse para hacer viviendas. Como era habitual, el plan preliminar había dividido la propiedad en pequeñas parcelas para casas unifamiliares, destruyendo así por completo el aspecto señorial del paisaje a modo de parque. Al igual que en el proyecto de Wannsee, el proyecto alternativo de Gropius, a base de edificios altos que dejaban libres los terrenos del parque, se quedó en el papel.
En torno a 1960, las pastillas de viviendas en altura ya se habían aceptado en todo el mundo. En casos excepcionales, los edificios altos establecen una relación espacial con otros bloques más bajos y, así, se integran en el escenario urbano. Sin embargo, su difusión generalizada ha significado que habitualmente se han levantado en un aislamiento total. Al igual que la idea de la ciudad jardín, estos conjuntos han llevado a una fragmentación del paisaje.