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BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Pág. 813-941. "La segunda posguerra en Europa"


6.-España.


..En el marco cultural castellano también se seguirá desarrollando una evolución que, habiendo dispuesto en un principio de las páginas de la Revista Nacional de Arquitectura, pasará a promocionarse desde la revista Arquitectura a partir de 1958 y acabará aglutinándose en torno a la revista Nueva que desde 1966 dirigirá J. D. Fullaondo. Desde una apasionada simpatía por las corrientes expresionistas, la revista promocionará la obra de los arquitectos jóvenes madrileños, según una concepción de la arquitectura como hecho poético, buscando las conexiones entre la vanguardia arquitectónica - con la presencia también de Claude Parent, Ionel Schein, etc.- y las vanguardias plásticas y figurativas el grupo de pintores El Paso, escultores vascos como Chillida y Oteiza, etc.


 La generación anterior de arquitectos madrileños, Oiza, Corrales y Molezún, De la Sota, De Miguel, habrá proporcionado la configuración de una nueva generación integrada por Fernández Alba, Vázquez de Castro, Iñiguez, Higueras, Miró, Fullaondo, Moneo, que formarían la Escuela de Madrid, la cual, sin embargo, tendría pocas actuaciones como tal, al no ser un grupo cohesionado, con unidad de criterios, y al no disponer de una caraterizadora tradición local, ni de una capacidad de difusión y promoción colectiva....


...La arquitectura realizada por los arquitectos castellanos durante los sesenta continuará con el proceso iniciado en la década anterior. Según el predominio del tema del juego formal, sus experiencias se centrarán en desarrollar al máximo las diferentes posibilidades de concretización de la forma y de expresión de la obra como totalidad.


En las obras de José Antonio Corrales (1921) y Ramón Vázquez Molezún (1922) más destacables de este período - la casa Huarte en Puerta de Hierro (Madrid, 1965-1966), la casa de Camilo J. Cela en Porto Pi (Mallorca, 1963), los edificios de oficinas y almacén para Selecciones del Reader's Digest en Madrid (1964-1966) o el polígono La Elviña en La Coruña (1968) - predominará el tema de los volúmenes, mostrando el resultado de unas obras trabajadas en maqueta, resueltas por intersección o yuxtaposición, en las que las ventanas son elementos plásticos simples esculpidos en el duro cuerpo del edificio y los materiales neutros colaboran a enfatizar el todo, según el predominio de superficies lisas y volúmenes puros.


Por otra parte, Francisco J. Sáenz de Oiza (1918) desarrollará su peculiar concepción del edificio ciudad, según la idea neotecnológica de la ciudad en el espacio, tomando la forma de un gran edificio aterrazado en los apartamentos de Alcudia (Mallorca, 1963) y la forma de rascacielos compuesto por la adición de volúmenes cilíndricos a las torres centrales, en el edificio las Torres Blancas, en la autopista de Barajas en Madrid (1962-1968) desarrollando el expresionismo orgánico del hormigón, en perfecta relación con la arquitectura de Wright y cierto parecido a las Marina City Towers de Chicago (1959) de Bertrand Goldberg...


...El trabajo de los arquitectos del núcleo madrileño vendrá marcado por la enfatización de la actividad de experimentación formal como fin en sí misma y por la búsqueda de un lenguaje como vehículo de expresión.


Entre los arquitectos de la generación más madura, esta búsqueda tomará diversos caminos. Si Sáenz de Oiza tendió a un expresionismo organicista en el edificio de las Torres Blancas, Corrales y Molezún, en el edificio Bankunión en Madrid (1970-1973), entrarán de lleno en una actitud de juego e ironía formal, persiguiendo un edificio como objeto y artefacto. Y Alejandro de la Sota, dentro de su arquitectura estructural ligada a la tradición popular, tenderá a la recreación de formas puras, contundentes y silenciosas, en obras como el Colegio César Carlos de Madrid (1968-1970).


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